
“Subestimaron al movimiento estudiantil”, la revuelta universitaria en marcha
Por Will Costa (Texto y fotos)*
El 16 de abril, una oleada de miles de estudiantes inundó la Avenida Mariscal López, una de las principales arterias viales de la capital paraguaya, Asunción.
Cánticos de «¡Somos más de 100!» llenaron la noche, dando respuesta directa a los comentarios del controvertido senador Basilio «Bachi» Núñez de que «no superan 100 personas» los manifestantes que estaban participando en las crecientes protestas en contra del gobierno de su partido.
La serie de manifestaciones, incluyendo acciones estudiantiles en muchos otros puntos del Paraguay, se desencadenaron como reacción a una nueva ley, denominada «Hambre Cero», que, según el gobierno, universalizará el acceso de los niños a la alimentación escolar, una afirmación que cuestionan los estudiantes.
La ley también altera drásticamente la estructura de financiación de numerosos e importantes programas sociales del Estado, incluyendo el de «Arancel Cero», la exención en las universidades públicas para estudiantes de colegios públicos. El movimiento estudiantil afirma que este cambio pone en peligro estos programas vitales.
«Exigimos que se garanticen todos los proyectos que están siendo desfinanciados, incluyendo el Arancel Cero, y que realmente puedan cumplir su función», dijo María Victoria Méndez, estudiante de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), quien estaba a pocos pasos de un cordón de cientos de policías que impedían la llegada de la marcha a la cercana residencia presidencial Mburuvicha Róga.
Paraguay tiene el gasto público en la educación más bajo de Sudamérica: sólo el 3,6% del PIB. Dado este contexto, el Arancel Cero proporciona una ayuda esencial a unos 60.000 estudiantes a nivel nacional.
Mediante las protestas, los estudiantes se han posicionado como un grupo clave de resistencia ante las acciones cada vez más represivas del gobierno derechista del presidente Santiago Peña, que van carcomiendo los derechos de numerosos sectores sociales.
«Este gobierno ha mostrado autoritarismo, una ausencia de escucha crítica a un sector tan importante como el estudiantado», dijo Ernesto Ojeda, otro estudiante de la UNA.
El punto focal de las protestas ha sido una toma de la UNA, la universidad más grande de Paraguay. Los estudiantes mantuvieron el control del campus durante casi tres semanas, suspendiendo las clases y controlando el acceso a las instituciones. Esta decidida medida de protesta ejerció una fuerte presión sobre el gobierno y le ha obligado a entablar mesas de diálogo.
«Cuando la UNA entra en paro, y cuando los estudiantes de la UNA se manifiestan, el pueblo siente, el pueblo se suma», dijo Méndez, señalando a los campesinos, miembros de organizaciones sociales y residentes de Asunción que se habían unido a la marcha.
La toma
La noche después de la marcha, se respiraba un ambiente mucho más tranquilo en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FACEN) de la UNA. Para llegar, había que pasar por varias de las numerosas barricadas estudiantiles que controlaban el extenso campus tomado.
El Club de Ciencias Astronómicas de la FACEN había dispuesto telescopios para observar la luna, mientras un grupo preparaba y repartía mbeju caliente. Los estudiantes habían estado organizando actividades educativas y recreativas para mantener alta la moral en las condiciones complicadas de la toma. Muchos estaban realizando esfuerzos intensos y agotadores como parte de equipos encargados de seguridad, alimentación, investigación e infraestructura, entre otros.
«Hubo situaciones que me quebraron. Llegué a llorar, llegué a sentirme muy cansada, eso sí. Pero verles a todos los compañeros acá me da fuerza», reflexionó la estudiante Sofía Ruiz Díaz mientras miraba hacia un estanque donde reposaban varios yacarés.
Los estudiantes se han opuesto a la polémica ley Hambre Cero desde que se anunció en enero. Para liberar fondos para la nueva política de alimentación escolar, la ley elimina el Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (FONACIDE), procedente de los ingresos de la enorme hidroeléctrica de Itaipú. El FONACIDE se había utilizado para financiar Arancel Cero y otros programas de áreas como investigación académica, becas, y medicamentos para personas con cáncer.
Ahora, los programas afectados se financiarán con dinero del Tesoro Nacional procedente de los impuestos. A pesar de las repetidas garantías expresadas por parte de políticos, los estudiantes afirman que esta fuente de financiación es muy poco fiable debido a los bajísimos ingresos fiscales de Paraguay y a los altos niveles de corrupción. Proyectos sociales anteriores financiados de esta manera, como el de las ollas populares, no han recibido los fondos estipulados.
«Había una gran desinformación al principio. Nadie sabía qué era la ley de Hambre Cero», dice Ruiz Díaz, y afirma que fue todo un desafío comunicar la preocupante situación al estudiantado. «Nosotros estuvimos haciendo asambleas y flyers, de todo, para informar».
Sus esfuerzos dieron resultados. El 4 de abril, día en que se aprobó la ley en el Senado, los estudiantes votaron en asambleas pasar de protestas en las calles a tomar sus instituciones. En los días siguientes, estudiantes de 13 de las 14 facultades de la UNA se declararon en paro y se unieron a la toma. Participaron estudiantes de ideologías políticas muy diversas. Pese a ello, el presidente Peña rápidamente promulgó la ley el 5 de abril.
«Es increíble realmente porque al principio sentíamos que éramos unos cuantos, y no teníamos fe siquiera en que aparezcan diez compañeros», dijo la estudiante Florencia Cabañas sobre la ocupación de la FACEN de la UNA. «Entonces te imaginás lo que fue para nosotros despertarnos a las siete de la mañana el lunes y ver más de 300 compañeros acá».
Las tomas universitarias son una táctica que se ha utilizado con éxito anteriormente en la UNA. Lucio Salazar, estudiante de la FACEN, recordó sus experiencias de participar en la última ocupación masiva de la UNA en el 2015, que culminó con la renuncia del rector.
La educación en el Paraguay
Al día siguiente, el bien organizado equipo de seguridad seguía vigilando desde las barricadas y los puestos de control. Charlaban y jugaban a UNO mientras monitoreaban una aplicación de walkie-talkie que les mantenía informados de lo que ocurría en el campus.
En las barricadas no sólo había estudiantes de la UNA, sino también de otras universidades públicas del país.
«Nos movilizamos porque escuchábamos a demasiados compañeros decir que si se les quitaba el Arancel Cero, simplemente iban a renunciar a los estudios porque no habría manera de financiarlos», dijo Alicia Alfonso, de la filial de la Universidad Nacional de Caaguazú de Choré, San Pedro. «El Arancel Cero es demasiado importante; de él dependen aproximadamente el 99,9 por ciento de los estudiantes que están en Choré».
Alfonso dijo que desde que se implementó el Arancel Cero en 2021, tras una dura campaña estudiantil durante la pandemia, más personas estaban accediendo a la universidad en Choré, especialmente jóvenes de familias campesinas.
Un grupo de estudiantes que vigilaba el rectorado, que también estaba tomado y cuyas paredes estaban llenas de pancartas, explicó lo difícil que era para muchos jóvenes realizar sus estudios, incluso con el apoyo de Arancel Cero. Casi la mitad de la población estudiantil estudia y trabaja a tiempo completo, muchos cobrando menos del salario mínimo. Esta es una de las principales razones por las que sólo se gradúan alrededor del 10% de los estudiantes que se matriculan.
«Mi trabajo solo me da para mantenerme durante una semana. Entonces, si tengo que pagar el arancel, no voy a poder estudiar», afirma el estudiante de la UNA Ricardo Guerrero, beneficiario del Arancel Cero que también trabaja. «Muchísimos compañeros pasan por lo mismo».
Notablemente, muchos estudiantes comentaron que estaban comiendo mejor durante la toma que en su vida normal. Las donaciones y el apoyo del público estaban permitiendo la preparación de comidas comunitarias.
Un gran número de estudiantes con más estabilidad económica también estaban participando en las protestas: muchos dijeron que la toma les había abierto los ojos ante la grave situación que atraviesan sus compañeros. Otros comentaron que la toma representaba un «curso intensivo» de militancia social.
«El gobierno es manipulador. Nos ponen en una posición como si fuéramos nosotros los que queremos quitarles la comida a los niños. Sin embargo, lo que queremos es garantizarles justamente una buena alimentación y un buen futuro», dijeron los estudiantes frente al rectorado en referencia a la ley Hambre Cero que, según las autoridades, reducirá el hambre en las escuelas.
Los estudiantes criticaron el bajísimo presupuesto asignado al programa, que sólo proporcionará una comida al día por niño. El ministro de educación, Luis Ramírez, justificó el esquema señalando los aparentes beneficios del «ayuno intermitente».
También preocupa la participación del ministro de Desarrollo Social, Tadeo Rojas, que administrará los fondos del programa; Rojas se ha enfrentado a graves acusaciones de corrupción.
Autoritarismo en aumento
La experiencia de la gran mayoría de los estudiantes contrasta fuertemente con una reciente serie de casos escandalosos de nepotismo en el Congreso. Se ha revelado que numerosos hijos y familiares no calificados de miembros del gobierno de Peña, el más reciente de 80 años de control estatal casi ininterrumpido del ultraderechista Partido Colorado, trabajan por altos salarios en instituciones públicas.
Entre ellos, la hija no calificada de Yamil Esgaib, diputado colorado que tachó públicamente de akãne (ignorantes) a los manifestantes estudiantiles.
«Lastimosamente, es un gobierno que se caracteriza principalmente por la corrupción, por querer siempre buscar el beneficio de unos pocos a costa del resto», dijo uno de los estudiantes frente al rectorado.
Efectivamente, Paraguay ocupa el segundo lugar en el ranking de percepción de corrupción en Sudamérica y aparece cuarto en el Índice Global del Crimen Organizado.
Desde que Peña asumió el cargo presidencial en agosto de 2023, su gobierno ha abusado de una mayoría en el Congreso para expulsar a una senadora opositora crítica, ha implementado violentas medidas que afectan a jubilados y trabajadores, y ha cooptado el sistema judicial para proteger sus propios intereses, sobre todo los del ex presidente Horacio Cartes, quien es el que realmente maneja el poder detrás de su protegido Peña.
Los estudiantes se han demostrado capaces de resistir la aplanadora del gobierno colorado, logrando estrechar lazos con otros sectores sociales, como los sindicatos, los jubilados y los docentes e investigadores universitarios.
«Subestimaron al movimiento estudiantil», dijo Óscar Palavecino, estudiante de economía, mientras tomaba mate durante un anochecer frío en el campus y recordaba los comentarios de Peña de que los estudiantes eran sólo una «minoría ruidosa».
Los estudiantes decían estar preocupados por las posibles repercusiones de las protestas. Por ejemplo, Vivian Genes, una de las principales líderes estudiantiles de la campaña Arancel Cero de 2020/21, fue criminalizada y actualmente se enfrenta a un proceso judicial.
Por ello, los estudiantes tomaron muy en serio la seguridad en el campus durante la toma. Afirmaron que policías de civil habían intentado entrar ilegalmente en el campus en repetidas ocasiones y habían seguido a activistas estudiantiles por las calles.
Estudiantes y obreros
La toma de la UNA llegó a su fin en los días anteriores al 19 de abril, cuando se realizó una reunión entre dirigentes estudiantiles y miembros del gobierno. Las partes firmaron un documento comprometiéndose a participar en mesas de trabajo.
Sin embargo, esto no representó el fin de la lucha del movimiento estudiantil, que sigue ejerciendo presión. El 1 de mayo, por ejemplo, un gran número de estudiantes salieron a la calle para participar en una marcha del Día Internacional de los Trabajadores en el centro de Asunción, junto con sindicatos y organizaciones sociales.
Ana Florentín, estudiante de medicina, dijo que el cansancio físico y psicológico, junto con la fuerte necesidad de continuar con sus estudios, habían contribuido a la decisión de poner fin a la toma.
«Fue más que nada porque debemos evolucionar a otra forma de protesta. Debemos articular con otros gremios como hoy con los trabajadores», dijo mientras la multitud gritaba «¡Obreros! ¡Estudiantes! ¡Unidos en combate!».
Florentín enfatizó que los estudiantes están dispuestos a tomar la UNA nuevamente si había necesidad.
Hugo Mendieta, que acaba de terminar sus estudios en la UNA, dijo que los estudiantes no confiaban en el gobierno y que Peña ya había dado muestras de deshonrar el acuerdo. El movimiento estudiantil, sin embargo, dijo, había salido de la toma unificado y fortalecido.
«Los estudiantes están muy motivados para seguir tomando medidas de fuerza para seguir confrontando con el gobierno, que no es cualquier cosa», afirmó. «Esto es lo que el gobierno teme: que los estudiantes pasen a organizarse en estos espacios como el frente sindical y social. Creo que ya es posible una gran articulación nacional».
Florentín subrayó que la lucha estudiantil no busca defender solamente el Arancel Cero, sino los intereses de todos los grupos afectados por los cambios introducidos por la ley Hambre Cero.
«El gobierno está desfinanciando a los sectores vulnerables porque piensa que esos sectores no se van a manifestar», dijo. «Nosotros los estudiantes no podemos quedarnos callados frente a esa injusticia y vamos a seguir hasta que logremos nuestro objetivo».
La primera mesa de trabajo entre estudiantes y representantes del gobierno tuvo lugar el 9 de mayo. Sin embargo, el 16 de mayo estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales (FACSO) se retiraron de las mesas, citando una falta de respeto hacia los representantes estudiantiles y una ausencia de la posibilidad de diálogo y protagonismo.
«No cabe duda que esta propuesta es un claro obstáculo burocrático que sirve como recurso para dilatar, desarticular y desmovilizar al cuerpo estudiantil organizado», se afirma en un comunicado de estudiantes de la FACSO, donde también se menciona preocupaciones sobre el nuevo Plan Nacional de Educación Superior impulsado por el gobierno.
«Estamos intentando retomar, empezar a movilizarnos de vuelta», dijo Ernesto Ojeda, estudiante de la FACSO.
Estudiantes de las otras facultades de la UNA aún están en proceso de definir mediante asambleas y plenarias sus posiciones ante las mesas.
*Esta nota se publicó originalmente en inglés en la página NACLA