Semillas para la Democracia recibió 3 millones de dólares del gobierno de EE.UU.
Este monto es solo de los últimos 3 años, proveído por USAID. También recibió financiación de la Fundación Nacional para la Democracia (NED), cuyo presupuesto proviene igualmente de Washington.

Marta Ferrara (segunda de la izquierda) en compañía del embajador norteamericano en Paraguay, James Thessin. Fuente: www.semillas.org.py
El vasto programa de asistencia social y asesoramiento técnico denominado «Sociedad Civil Topu’â Paraguay», ejecutado por la ong dirigida por Marta Ferrara, es alimentado por el jugoso presupuesto que la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) le viene otorgando desde el año 2011. De este programa general se destinan los recursos para los diversos proyectos sociales que Semillas desarrolla con varias organizaciones sociales, urbanas y campesinas, y con algunas instituciones del Estado.
El programa contiene cuatro componentes: trabajos con organizaciones, encuentros, actividades sobre libertad de expresión y educación.
Semillas para la Democracia y el Centro de Estudios Judiciales, ambas beneficiadas con la política de cooperación del Estado norteamericano, entregaron ayer una dura nota al canciller Eladio Loizaga. En la misiva condenan «las torturas, asesinatos y represiones» que el gobierno del presidente de Venezuela Nicolás Maduro estaría perpetrando contra los manifestantes opositores. También solicitan al presidente Horacio Cartes que tome postura crítica ante la situación que describen en Venezuela en la próxima reunión del Consejo de DD.HH de las Naciones Unidas, a realizarse el 17 y 18 de marzo próximos.
Marta Ferrara vienen realizando esfuerzos desde este año para la ampliación de la ayuda que recibe de la USAID, con el fin de proseguir con su programa emblema, ya que el convenio que firmó la ong con la agencia norteamericana feneció el año pasado.
En sus inicios, Semillas para la Democracia recibía importantes recursos de la Fundación Nacional para la Democracia (NED en sus siglas en inglés), una organización privada de EE.UU. cuyo presupuesto, sin embargo, proviene en gran parte del Congreso de Norteamérica.
Tanto la USAID como la NED han sido cuestionadas por diversos sectores políticos y sociales de los países latinoamericanos por ser supuestas extensiones de la política exterior de los EE.UU. para espiar y debilitar a gobiernos de la región que se opongan a las políticas de Washington. Se las acusa también de trabajar en coordinación con la Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA) para alcanzar los objetivos de la política exterior de Washington.
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