
Imagen: Carlos Colombino, «Entierro de un (otro) monumento», escultura, 1996. Una escultura de Alfredo Stroessner que se encontraba en el Cerro Lambaré y que fue derribada en democracia fue cortada en trozos y sepultada entre dos bloques de hormigón, sostenidos a su vez por cabos metálicos.
Artistas e intelectuales repudiaron en estos días el cambio de nombre «temporario» de la Plaza de los Desaparecidos por «Plaza de la Navidad». La medida habría surgido de parte de la oficina de la Primera Dama, Leticia Ocampos. Destacó entre las manifestaciones el comunicado del Centro de Artes Visuales/Museo del Barro donde expresó «su enérgico rechazo» a la medida que reproducimos a continuación:
«La Plaza de los Desaparecidos es un símbolo de la memoria ciudadana, la verdad y la justicia en Paraguay, y recuerda a las víctimas del autoritarismo y el terrorismo de Estado promovido por la dictadura stronista del Partico Colorado. Alterar la denominación de la plaza, aunque sea de forma temporal, atenta contra el significado histórico y colectivo de este espacio que regularmente es activado por la ciudadanía como sitio de memoria, reflexión y resistencia.
Esta acción se enmarca en una serie de actividades llevadas a cabo por la Oficina de la Primera Dama de Paraguay, instancia que, según la Ley Nacional de Cultura Nº 3.051, carece por completo de atribuciones para intervenir en políticas culturales del país. Tales acciones constituyen una usurpación de roles que corresponden a la Secretaría Nacional de Cultura (SNC), que está obligada a intervenir en casos como este para resguardar la integridad de un patrimonio cultural como la Plaza de los Desaparecidos, al tiempo de trivializar un sitio de memoria indispensable en la consolidación de una democracia comprometida con los Derechos Humanos», indicó el reconocido organismo cultural.
Atropello
Por otra parte la artista Ruth Flores presentó en la Plaza de los Desaparecidos una obra pública titulada «Tentáculos del poder» y sufrió una agresión atentatoria contra la libertad artística y de expresión.
Así lo narró el ex ministro de Cultura, Ticio Escobar: «Había intentado exponerla en otras instituciones, como la Manzana de la Rivera, pero no obtuvo la autorización correspondiente. Es que el tema de la obra es comprometedor, candente, necesario: una crítica fuerte de la dictadura de Alfredo Stroessner, orientada pedagógicamente a que la tragedia no vuelva a repetirse.

Vanesa Vázquez
Durante la exposición emergió de la Cámara de Diputados la siniestra figura de Vanessa Vázquez que, según publicación de ABC Color (17 de diciembre, 2024), se trata de una hurrera cartista contratada desde el año pasado con un cuestionable salario crecido con bonificaciones y privilegios laborales a partir de evidentes mecanismos clientelistas y prebendarios. La mujer atropelló el espacio de exposición, pisoteó la obra, se burló de la artista y los asistentes y los grabó de manera amenazante, al mejor estilo de los matones y los pyragüé stronistas. La violación del derecho de expresión y creación artística configura un hecho gravísimo, sancionado por la Constitución Nacional, La Ley Nacional de Cultura, Nº 3051/08 y la de Protección del Patrimonio, Nº 5621/17. Obviamente, ni la Secretaría Nacional de Cultura ni la Dirección de Cultura de la Municipalidad, entes a quienes compete iniciar una acción al respecto, no harán nada: ambas instituciones no osarán sancionar un hecho que involucra la tenebrosa figura de Stroessner, protectora mítica de los actuales gobernantes estatales y municipales y sus cortes serviles. Pero la ciudadanía cultural debe actuar. Este delito no puede quedar impune so riesgo de legitimar la represión, la censura y la intolerancia, cuyas nubes negras crecen sobre el horizonte de nuestra desvalida institucionalidad cultural», informó Escobar.

«Tentáculos del poder» de Ruth Flores