Entrevista a Palén Gonzalez: “Lo más lindo que tiene el deporte es jugar nomás”
Por Agustín Barúa Caffarena*
Probablemente el fútbol sea -dentro del contexto cultural paraguayo- una de las cuestiones más extendidamente impregnadas de emociones, sentidos, y validación. Por tanto, es objeto de meticulosos análisis tanto por las personas que se dedican profesionalmente a eso, como el aficionado. Pero aquí queremos ver otras aristas no tan exploradas. Para ello conversamos con Palén [Víctor González], “un apasionado del fútbol” como se describe. Psicólogo, con una visión crítica y sensible, recientemente trabajando en clubes de fútbol con varones jugadores de fútbol.
-Vos introducías una imagen para situarnos en esta conversación, ¿querés contarnos sobre esa imagen?
-Esta es una imagen que fue pintada por Fer Martínez (hermano de mi compañera de vida). Un día, durante un almuerzo le estaba compartiendo lo que estaba haciendo y que iba a dedicarme a esto que para mí era como como tirarme a una pileta sin saber nadar e ir aprendiendo en el camino. Y él, inspirado en mi miedo, me regaló esta pintura para que no me olvide nunca que la esencia del fútbol es jugar, estar en el barrio y los ladrillitos como arco.
Hoy en día el fútbol está atravesado por múltiples intereses, como una industria que nos aplasta, pero en el fondo, en el fondo, sigue siendo un juego.
-Dijiste “hoy en día el fútbol”… ¿Cuál es tu análisis?
– El fútbol sigue siendo estar jugando alrededor de una pelota, pero hay demasiados actores que se sumaron a esta escena: la prensa, las multitudes que llenan estadios, la competitividad, la dictadura de los resultados y un sinfín de cosas.
También hay competitividad, uno también juega esos partidos so´o a muerte y quiere ganar, pero después todo lo otro que se sumó a esta imagen, es súper aplastante, al final terminan presionando muchísimo a los que formamos parte de lo que rodea al deporte.
-Hay una especie de paroxismo de intensificación del competir sobre el jugar. Como si la arista competitiva del fútbol aplasta el lado lúdico. ¿Qué pensás de eso?
– Es súper angustiante. Hace poco, Michael Phelps, una leyenda del deporte que ganó 28 medallas olímpicas, aparece en un documental que se llama “El peso del oro” y habla de eso, de lo vacío que se sintió después de haber ganado todo. Cuenta sobre la depresión por la que transitó, no sólo él, sino numerosos deportistas porque habla del caso de otros deportistas que vivieron lo mismo. Los últimos Juegos Olímpicos muestran un poco eso.
Por suerte los deportistas se animan a hablar de este tema, que antes no era muy común escuchar hablar de la salud mental en el deporte, y cómo los flashes y el nivel de exposición que hay al final terminan borrando lo más lindo que tiene el deporte que es jugar nomás. Si uno se queda en esa esencia que es el juego es tan lindo, tan terapéutico, tan sanador. Pero los hombres vamos agregándole cosas que al final terminan de corromper. Me parece que está buenísimo que los grandes referentes hablen de esto porque hablando, cuestionando, creo que vamos a poder encontrarle una salida a este laberinto y no que el deporte sea un lugar donde hay que solamente aguantar la presión, sino un disfrutar también.
-Dijiste la palabra “problematizar” y “hombres”. ¿Cómo pensás el tema de las masculinidades y el fútbol?
– Es un campo donde hay muchísimo por hacer, por trabajar y cuestionar porque me parece que los hombres o las masculinidades, hegemónicamente en todos los ámbitos, no sólo en el deporte, es muy escueta la forma en la que nos pensamos. Es muy del “tenemos que aguantar, el que no aguanta la presión no va a llegar, y si no aguantás y no llegás quiere decir que no estás preparado”. En ese sentido, hay mucha violencia en el deporte. Y uno tiene que aguantar toda esa violencia, de las puteadas y las presiones. Y si aguantás quiere decir que tenés la piel gruesa como para llegar y sostenerte. Porque hay gente que llega y después no aguanta. Es como una bola de nieve. Esa es la forma hegemónica que existe de funcionar en este sistema, pero está bueno habilitar otras voces. Por eso me parece que ahí la psicología tiene un lindo espacio donde los deportistas pueden hablar de que no se trata sólo de aguantar. Hay nuevas voces que podemos agregar a esto, desde un lugar de escucha sensible, desde la libertad, uno se pueda expresar y cuestionar que no esta la única manera de llegar, sostenerse y vivir nuestra masculinidad.
-¿Qué experiencias te son significativas en este tema de la masculinidad y fútbol, tanto nacional o fuera del país?
– Lo que conozco es lo analfabetos que somos en el tema. Una vez visitando una cárcel en San Juan Bautista de las Misiones, el director del penal me contaba que la mayoría de los policías son analfabetos. Y entonces ahí no hay teorías, no hay pedagogía, ni psicología. Me decía: “acá es la pedagogía del garrote. Se porta mal alguien y hay que garrotearle”.
En lugar de ser un lugar para salir reformado, salís mucho más violentado, porque justamente no se trabajan las cosas, se violentan.
Hace menos de un año que me lancé a esta aventura y veo que hay experiencias muy violentadas, donde “la gente que llegó y se sostuvo es porque aguantó, entonces vamos a aplicar esta misma pedagogía porque si uno llegó así tiene que ser el camino”. Y yo no lo pienso tan así. Los resultados hablan. El fútbol paraguayo no tiene los mejores resultados, comparándonos con los países vecinos. Ahí sí pienso que tenemos que mirar otras referencias, como Argentina (donde hice la formación en psicología aplicada al deporte) y me inspira muchísimo la forma en la que trabajan en los clubes; lo normalizado que está que haya profesionales de la psicología acompañando la vida de los chicos, de los profesores. Y acá de a poco.
– Pensando en la selección (y en Paraguay cuando uno dice “selección”, aun pensamos mucho en selección de fútbol, de mayores y masculina), me pregunto cuanto se juega la identidad paraguaya como una híper presión para lo albirrojo. La Albirroja no tiene que “ganar un partido”, sino que tiene que resucitarnos de las heridas históricas que tenemos como nación. Heridas evitadas, negadas, complejísimas de elaborar… ¿Te merece algún comentario esto?
– Yo creo que el fútbol es un mantel donde uno puede ver muchas cosas, al final se puede mirar la vida misma, con sus alegrías, con sus dolores, con las victorias y las derrotas. Y sin duda, hay algunos partidos que uno ve y dice: “esto más que un partido de fútbol se está resolviendo una cuestión política, cuestiones no habladas”, donde al final el deporte te da la posibilidad de poder encontrarnos y pensarnos.
Paraguay, la Albirroja, en el fútbol se traslada todo lo que tiene que ver con la historia que nosotros arrastramos y que muchas veces no hablamos, de nuestras heridas con los países vecinos (con Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia). Pienso que el fútbol puede ser una puerta para abrir y hablar de cuestiones que nos atraviesan y que nosotros vivimos inconcientemente sin darnos cuenta que arrastramos cuestiones históricas que son súper dolorosas. Las guerras, por ejemplo.
Cuando veo, por ejemplo, hinchadas que tienen en las gradas un ataúd con el nombre de alguien y la bandera de un club adversario, preocupa la hipertrofia del competir sobre el jugar en el deporte. ¿Qué pensás de ese tema?
Palén: Pienso que hasta un punto es bueno el poder hablar de los dolores de uno a través del fútbol y que eso se represente en banderas, en símbolos. Y que hay mucha violencia ahí metida. El meternos en un sistema que nos lleva a eso, uno sí o sí a la hinchada rival “le tiene que odiar, le tiene que matar”. Está bueno que lo cuestionemos. No porque haya sido siempre así, tiene que seguir siéndolo.
Hace poco estaba en una discusión con un chico que no se quería pelar. Viste que cuando se debuta en primera, le violentan al chico pelándole la cabeza. Y eso nunca se cuestionó, eso es “identidad, el que debuta tiene que raparse la cabeza”. Y esta fue una conversación nueva, ya que aparecen las voces que te dicen “che, ¿por qué entrás a cuestionar algo que fue siempre así?”. Que lo hablemos puede ir contagiando para ver otras maneras de alentar.
– Definitivamente estamos en un momento nacional donde las mafias tienen un protagonismo visible. La relación mafia-fútbol ¿cómo te llega?, ¿qué te inquieta de ese tema?
– Muchas veces el fútbol termina siendo una adicción y las mafias funcionan adictivamente. La adicción es lo contrario a lo hablado, a la dicción. Y muchas de estas cosas, las mafias, las barras, el deporte en general, te da un lugar para evadirte. Donde uno pueda no pensar en sus cosas y sacar tajada para evitar sus dolores, sus historias, su vida. Y el fútbol es un mundo que tiene sus submundos. Y definitivamente que la mafia permeó a toda la industria del fútbol y obviamente a mí no me gusta pero… creo que son cuestiones que hay que hablarlas también y entrar a cuestionar.
La mafia tiene tanto poder y tanto dinero, que al final uno cree que eso resuelve las cosas. Entonces los jugadores y los dirigentes se callan porque sostiene a la industria, pero no es tan así. Hay lugares donde se puede entrar a cuestionar esta forma de funcionar.
– Hace muchos años Kike Brítez se quejaba de que cuando decimos fútbol “paraguayo” en realidad se trata del fútbol asunceno. ¿Cómo ves vos la nacionalización del fútbol paraguayo y sacarlo de su “asuncióncentrismo”?
– Hace poco Marcelo Bielsa habló de esto en la copa América, de que a él le entristece mucho que los chicos debuten en sus lugares y que en seguida ya viajen a Europa y estén lejos de su barrio y sus familias. Y esa es una dinámica que funciona en todo el fútbol mundial. Acá en Paraguay, un chico que juega en el interior del país, para brillar tiene que venir a la capital, y desde acá salir a otras partes. Como el caso de Ramón Sosa que debutó hace unos días en la Liga de Inglaterra, un chico de Maracaná de Canindeyú. Ese es otro mundo que sostener, porque si bien uno sueña con llegar al más alto nivel, cuando llegás te sentís muy solo. Y si bien resuelve los problemas económicos, a qué costo. Estar lejos de la familia y sentirse muy solo. Está todo muy centrado en las capitales.
– ¿En qué estás ahora?
– Acabo de crear en Instagram el espacio @psico.penal donde busco vincularme con personas interesadas en la psicología y el fútbol desde una línea de trabajo dialógica y colaborativa. Nadie aprende solo, por eso me inspira la co-construcción que permite que juntos desde la curiosidad y la libertad vayamos haciendo y abriendo caminos. De ahí el laberinto donde a cada uno nos toca encontrar, construir y abrir nuestros propios caminos.
– Te hago una pregunta final de futbolero… ¿Cuál es tu receta mágica para la Albirroja?
– No tengo una receta mágica. Y si hay una receta, pero que no es mágica, es la de trabajar y trabajar. El fútbol evolucionó y hoy es velocidad y precisión. Si bien el deporte es una libre expresión y un lugar demasiado lindo donde poder desarrollarse, jugar y divertirse, hoy jugar un partido de alto nivel es casi como un juego de ajedrez, de estrategia. Y donde si uno no trabaja no va a conseguir resultados. Tenemos ahí una tarea por hacer, porque yo veo que hay muchos técnicos de fútbol que tiran la pelota al medio de la cancha y jueguen, sin planificación, ni estrategia. Eso es fruto de cómo funcionamos institucionalmente. En Paraguay somos fruto de vivir sin planificar. Y el fútbol es un reflejo de eso. La receta es el trabajo y la preparación.
*Psiquiatra comunitario. Antropólogo social. Investigador en Salud mental comunitaria.