«Con olor a lluvia», teatro de alta representación

Una teatralidad diversa en la puesta escénica; con el marco de representación fuera de lo convencional y una construcción estética arriesgada sobre el manejo espacial de ese territorio, utiliza éstos y otros elementos para elevar la denuncia sobre la deshumanización y sus consecuentes aversiones morales.

Por Carlos Cañete Villamayor

Fotos: Cami Rivas

Las cuentas de una cadena, ataron a la miseria, la cínica moral religiosa, el machismo y al resentimiento de una hija, por sobre todo, diría yo, a su espantosa tristeza y se dejó correr por el raudal.

Arrastró consigo a Rosita, a una madre y a su hija, a un soldado y también a varias vacas.

Por esas cosas de que el azar también puede ser malo, instaló y secuestró la esperanza de una adolescente y la trató como mercancía sexual.

Bueno, no todo esto pasa en “Con olor a lluvia”, pero si, pasa.

Cada vez que llueve y los raudales enfurecen, la ciudad intenta lavar lo peor de ella.

Tira la basura, se deshace de la putrefacción de los muertos que viven en sus roperos y llora, llora mucho y hace catarsis, pero con dolor.

“La propuesta nace cinco años atrás, luego de presentar un texto para concursar dentro del marco de petit-teatro, que en aquel entonces convocaba a escritores y directores, para la selección de obras a ser producidas en la temporada. Me animé a participar y escribí esta historia, me pregunté qué quería contar y para qué lo quería contar. El punta pie fue el nombre: Con olor a lluvia, una frase que escuchaba mucho de niño; en mi entorno, una frase que se quedó resonando en mi cabeza. El «Hyakua okyta» significaba que se aproximaba una lluvia o quizá una tormenta, ese olor característico que para muchos puede ser un grato recuerdo y para otros puede significar el paralelismo al olor previo al caos”, argumenta y rememora, Rodrigo Pastore Samaniego, director de “Con olor a lluvia”.

En la fusión de lenguaje sensorial, en la sinestesia -que también es la superposición y mezcla de capas sensoriales en un hecho artístico, por ejemplo éste-, la dramaturgia que soporta todo lo demás, está muy bien lograda.

Maneja una estructura convencional y el tono del teatro popular paraguayo, con esa saturación en el modo de expresar el sentimiento y la pasión, con matices que permiten descubrir registros actorales y quedar sorprendido por ese regalo.

La imagen cotidiana: Depilarse las piernas a centímetros del público, la monotonía de un rosario en la pieza del fondo y una tormenta que se viene rápido, atrás en la ciudad.

Los planos del diseño de sonido, bien. En éste sentido habrá que ajustar la idea del porqué no se escucha la lluvia, o al menos, yo no la escuché. No la escuché ahí, pero tan metido estaba en la historia, que sí la escuché y eso tiene algo de simbolista.

Queda claro que algo, escuché.

Percibí la fragilidad en la interpretación y por eso, la avasallante carga dramática en el monólogo de Lidia López.

Ella es muy talentosa y por alguna razón que se instaló en mi modo de ver las cosas, la tenía siempre en el bucle de un determinado arquetipo de personaje.

En su ternura, en su tristeza, en su reclamo desde las entrañas, en su dolor, percibí un caudal de exploración inmenso y abracé su oficio actoral y sentí la entrega de una gran y camaleónica -mirá vos che- artista contemporánea del teatro.

La interpretación impecable de Tere Barriocanal, manejando y bailando con un texto difícil, sufriendo y viviendo desde el guaraní, también resultó para mí, un regalo sorpresivo.

Ajustemos los finales de frase -sólo por la cadencia que tiene el guaraní-, sobre todo por que la acucia del detalle, está demasiado presente en éste espectador, más que nada.

Inocencia Fernández fue una incógnita en un momento.

Antes de continuar ¿porqué observo tan filosamente el trabajo de las actrices? -y conste que aún no mencioné a la gran revelación-.

Es porque tan maravillosa es la entrega y el recorrido por la partitura emocional que les entrega Rodrigo, que rompen con un molde pre establecido de arquetipos que a ellas o les salen muy bien, o lo están explorando por primera vez.

El máximo deseo de todo artista de la interpretación actoral.

Ponele… pero ponele bien.

Así de bien como Ino, que le dio a su extravagancia, a su color de clown, a su anclaje al caminar por el escenario que a ella se le antoje -porque conoce la pisada de la calle-, a su inocencia, que también escuché por primera vez allá en La Recova, un hermoso matiz, que no es nuevo sólo porque no lo percibí antes, sino más bien, hermoso justamente por eso.

Rebeca Riveros, da vida a Rosita. Una joven secuestrada por lo peor de la sociedad de allá afuera de nuestra conexión al WIFI, que muere asesinada, después de ser víctima de la trata de personas.

Esa historia la ven, los que tienen tele en su comedor, mientras almuerzan.

A mí me cae como spam, en los reels sobre teatro simbolista en el inframundo.

Pero acá, no hay nada de simbólico.

La historia es clara y la denuncia también.

Observamos una representación teatral, muy bien realizada, nos conmueve y pensás en el tema.

Salís llorando o fascinado, salís mudo al patio donde te esperan pizzas y fernet.

Un coloquio de gente privilegiada como vos y como yo, que no es Rosita.

Rebeca tampoco lo és.

La joven es más tierna en su manera de hablar que un lindo recuerdo, pero que gran talento tenés por delante.

El apoyo que tus compañeras depositaron en tu cuerpo y en las pocas frases que decís, hicieron brillar y les hiciste brillar -con una historia que no es la tuya, pero la llevaste y la rompiste- la miseria y la impotencia de lo que nos contaban y veíamos que pasaba.

Creo que no hace falta que les diga que la obra me conmovió y al menos, me hizo querer estar más presente en la vida de mis sobrinas y proteger su infancia.

A todos nos deja algo por hacer y seguir pensando.

Ultimas funciones

“Con olor a lluvia”, presenta sus tres últimas funciones éste viernes 23 y sábado 24 a las 20:30 y el domingo 25, a las 20:00. Las entradas generales tienen un costo de  G. 80.000 y se pueden hacer reservas al 0984991283.

Actúan: Lidia López @lidialopezactriz, Inocencia Fernández, Teresa Barriocanal @teresabarriocanal, Rebeca Riveros @larebekuki. Actriz invitada: @mel_garcete.

La dirección y dramaturgia es de Rodrigo Pastore Samaniego.

Así como el equipo de producción -que también se lleva el mérito por éste gran trabajo y jugada propuesta- nos dice: “Con olor a lluvia es una obra intimista, en un espacio alternativo, donde los cupos son limitados…”, yo agrego que toda representación tiene sus limitaciones, ya sea en el aforo, en la disposición de los planos del sonido, en el detalle en la pronunciación, en, en cientos de detalles, pero se eleva, fluye como el raudal, que no tiene la responsabilidad de ser el raudal y de que todos tiren en él su peor versión, más allá de todo eso, esta es una alta representación artística, que sacude las vísceras del pensamiento y la vemos, la tocamos, la olfateamos y ella también lo hace con nosotros.

 

 

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