El arte de vivir del arte en Paraguay

Por Alejandro Villamayor León

La globalidad de la pandemia Covid19, sumada a la crisis económica mundial por escases de recursos y acaparamiento de factores productivos que se disputan y los tremendos embates que como Humanidad y a nivel mundial  debemos superar por los efectos del cambio climático; son solo tres aspectos escalares que confluyen y repercuten en la vida cotidiana de las personas y que afectan actualmente al mundo del trabajo, pues conlleva necesariamente a señalar la desigualdad e inequidad social , por lo que pensarle a esta mediación para analizar la labor del artista, adquiere singular relevancia ya que establece modelos analíticos sustanciales que nos permiten dimensionar el fenómeno paraguayx, sus improntas características y los efectos que el confinamiento supuso para este sector.

Provocar el debate necesario, desde esta categoría teórica, supone señalar los aspectos que vulneran el ejercicio profesional de   productores de arte, desglosando hasta llegar a los eslabones que más expuestos están, pues implican la fuerza de trabajo vivo leídas del concepto trabajo, en el cual la transformación de una “materia prima” se convierte a través de medios y herramientas (que en el caso analizado es el cuerpo en un escenario tradicional o alternativo), en mercancía con un valor de uso y de cambio (obra, pieza, material escénico expuesto) lo cual abroga que es un bien que tiene el fin de satisfacer una necesidad; (goce estético, socio-educativo, de investigación)

Decir que una obra de arte es una mercancía,  es abrir la caja de Pandora de las múltiples vertientes que se explayaron sobre el valor del arte, y que instalaron un  concepto polisémico que genera una ambivalencia sobre todo en los “los bichxs de escenarios”, que se gesta principalmente desde la élite que instala con una voz grandilocuentemente impostada y parsimoniosa  un deber ser: genuino y espontáneo, dialogante con el tiempo y novedoso, alejado de cualquier atisbo de repetición que se haya visto o que pretenda algún lucro posible; pero que paradójicamente  tiene que vender; un apóstol a la hora de cobrar y un guerrero trabajador a  la hora de transformar la naturaleza en un objeto material, y esto implica  la dislocación de su condición de clase trabajadora, ambigüedad que impera para que no nos reconozcamos en clase en sí  para sí.

Los intérpretes y ejecutores terminales de la primeridad escénica o hecho artístico, vienen siendo sistemáticamente vulnerados en sus derechos, pues su trabajo no es ni reconocido, ni legitimado como tal, en las esferas institucionales que deben de velar por el bienestar del artista paraguayo/a/e y la población en general, por lo que este artículo escueto pretende cuestionar, con el fin de transformar la realidad, aportando elementos sobre todo para discutir y problematizar, cuando no movilizar o interpelar las sinergias posibles.

Hacer esta consideración se concatena a la idea de exponer el mundo creativo, al cual se sumerge una persona o un grupo de personas, que realizan está actividad, valorizando aspectos que usualmente no son tenidos en cuenta en los diversos enfoques que analizan la producción, pues estos se leen desde el economicismo y no desde la realidad social que también implica a la economía y des inmiscuyen intensamente a la política para elucidar el campo problemático que se pretende discutir en el escrito.

Atender las condiciones estructurales mechando con los recursos materiales necesarios en el proceso de obra y el contexto social- pareciera una redundancia, empero esto nos permitirá leer el fenómeno dinámico con muchos más elementos para capturar la realidad, que principalmente es medida por la carencia, ausencia y necesidad, defenestrando el concepto de lujo desde el cuál es leído el campo artístico y cultural, desmontando las naturalizaciones y reificaciones que se disputan tanto objetiva como subjetivamente en el campo social en el que se desenvuelve, y movilizando a la acción, cuyo efecto debe provocar cambios para atender los diversos emergentes que desde el arte se pueden asumir.

La pervivencia de dos realidades simultáneas que conviven y disputan con sus propias características es el primer señalamiento necesario, pues la distorsión en la cual se ha operado e instalado el discurso del valor de lo “artístico” inmiscuye esta noción: lo legalmente institucionalizado y lo legítimamente constituido; instancias que ejercen profesionalmente en la escena paraguaya y que conviven en un hibrido.

La posición liminar en la cual lxs artistas desenvuelven su trabajo y formación profesional lejos de los achincharanganismos y más bien atendiendo a las inquietudes y búsquedas personales o grupales versa en la adaptación activa a la realidad como constante, pues la adquisición de medios de vida nos embreta a la hyperproductividad, fenómeno a desglosar si atendemos la precarización y liofilización al cual nos adscribimos al trabajar en la escena.

Crear, componer y desarrollar un personaje o partitura, ensayar y Presentar una obra ; coexiste con la adquisición de técnicas, de destrezas y habilidades que requieren los montajes ; a la par que funciones o nuevos roles  en la producción que se asumen tras el estreno post montaje, como la promoción, difusión, venta de entradas, la logística para ensayos o funciones extramuros;  poner la música, sacar la música, apagar la luz…;   así como también muchas veces el diseño , implementación de proyectos que puedan ser sujetos de derecho en algún programa o política pública, o cubrir roles superpuestos como ser; maestro ensayador, dramaturgo, diseñador gráfico y agente de cuenta en redes sociales,  acción individual o colectiva que recae en proceso de trabajo de actores, bailarines e interpretes de las diversas manifestaciones disciplinares  y lenguajes artísticos e investigativos; polivalencia a notar para revelar capas sustanciales que implican la labor creativa, técnico operativa y  metodológica, en el que un artista desenvuelve el uso de la fuerza de trabajo.

El cuerpo sobre el cuerpo haciendo cuerpo, ser objeto de trabajo, fuerza de trabajo  y medio de trabajo en simultáneo, implica una trilogía  que debe ser leía con mucho cuidado para esclarecer el proceso de producción, por lo cual poner cómo objeto de estudio la labor artística es relevante; pues a partir de ahí podremos ampliar la perspectiva para dilucidar los focos a atender y diseñar propuestas más congruentes con el contexto en atención a los sujetos y la obligación que el Estado tiene para con este sector, abriendo la posibilidad de que otros campos del arte a su vez puedan discutir y nutrir la proposición que se realiza.

El mejor estándar para leer si una sociedad puede ser considerada democrática es la inclusión en el trabajo de todas las personas que forman parte de ella; lo cual supone una estrategia de Estado para contribuir y mediar en la división socio técnica especializada, dando atención a las anomías que se puedan suscitar, e impulsando el trabajo de los sectores menos favorecidos y vulnerables.

Esto debe dialogar críticamente con los espacios de formación, escuelas, institutos y facultades de arte; del cual egresan cada año varixs profesionales  , que no tienen asegurado un trabajo fijo ni un campo en el cual desempeñarse y son  relegados a un trabajo independiente que desde los entes estatales es mirado otra vez como “informal”, pero que en la gestión de recursos para fondos concursables correspondiente al rubro,  dilata y extiende la efectivización de los mismos, lo cual nos hace notar una de las vulneraciones que se añade al ejercicio profesional.

La mirada restringida en el proceso productivo, es el otro segmento de la arista a tener en cuenta para revisar la totalidad y los aspectos fragmentarios en los que opera, no entender holísticamente cada fase, sin caer ni en etapismos ni estandarizaciones, sino más bien agregando sustancialidad en el valor del arte como objeto de cambio en cada una de sus fases.

Pensar desde nuestra realidad nacional   comprendiendo desde la importancia del reconocimiento de los aspectos que se escinde muchas veces de los análisis y que son la piedra angular de la dilemática que se aborda en estas líneas. El acaparamiento de los factores productivos y la expulsión que viven artistas e intelectuales paraguayos de sus localidades estrechamente relacionado con la desposesión de la tierra.

El techo y el piso, como coordenadas espaciales, sobre el cual trabajamos; el tiempo artista socialmente necesario para construir y ejercer nuestra profesión cotidianamente, y el valor de cambio que es cuantificable en precio; es una de las vertientes fundamentales a enunciar en esta indagación   mencionando la desigualdad en el acceso a factores productivos y cómo estos inciden para el detrimento de nuestra calidad de vida como ciudadanos e impacta directamente en la sociedad.

En ese sentido las especificidades y requerimientos técnicos para que el hecho teatral o dancístico emerja, tiene relación sucinta con el lugar de ensayo como punto de confluencia para el desarrollo de nuestra actividad, “la oficina” con un piso lo suficientemente flexible para que el impacto en el cuerpo sea menor y un espacio escénico como escenario con una capacidad tecnológica comparada con  la fábrica son un ideal muchas veces sobre todo el nuestro contexto , que se enuncia a efectos didácticos relacionando al público como mercado y a la pose privada de los medios de producción, pues la mayoría de nosotros está en el régimen de alquiler.

Sin espacios para entrenar ni salas o teatros para ejercer, la calle ha sido un paradigma muy poco explorado sobre todo en Asunción, por los sucesivos abusos del cuerpo especializado de policías “Lince”, que en varias ocasiones han hostigado a malabaristas, acróbatas y personajes circense que ven una alternativa en los semáforos; una de las pocas manifestaciones del arte callejero que persiste.

Los grupos de hip hop como así los de las diferentes corrientes de danza urbana, han hecho de plazas, paseos centrales y parques, un nicho importante de la expresión artística contemporánea cuyo foco de desarrollo ha sido el gran Asunción, el interior del país y sobre todo las fronteras, en dónde se han desarrollado emergentes lenguajes del movimiento.

Los eventos y actividades en fiestas, lanzamientos y cumpleaños, son el otro nicho del mercado, en el cual se sumergen varios artistas realizando performances, obras e intervenciones dónde el show, el número o el acting se reduce a las mínimas condiciones y la paga muchas veces implica una precarización laboral, critica que se menciona, pues no se cuenta con un tarifario que pueda fungir de modelo a seguir.

El otro fenómeno de la facturación, que muchas veces se realiza con el I.V.A incluido e instala una lógica de que el servicio artístico al ser un producto de lujo, ya conlleva de por sí el valor agregado al precio, configurando el precio de costo con el precio de venta y la ganancia o lucro que se pueda obtener, que va en detrimento del precio salario que percibe el trabajador.

En la misma línea, el proceso de Registro Profesional en la legalidad, que nos embreta a declararnos como sujetos del impuesto e inscribirnos al ministerio de Industria y Comercio, nombre grandilocuente cuando nuestra realidad es completamente diferente, pues no contamos con un capital inicial, ni los medios ni herramientas necesarios para el desarrollo de un material que pueda ser considerado “industrial”

La ausencia de servicios de transporte, conexiones en los puertos terminales de buses y la infraestructura que se necesita para ejecutar un trabajo, muchas veces son adversidades que se deben superar con creatividad, pero que nuevamente se suma al precio de costo de un servicio, que muchas de las veces, es en el horario de la noche e implica un riesgo y peligrosidad, sobre por el prejuicio de que al tener mucha parafernalia hay algo de valor.

La salida al exterior para la formación y la profesionalización son dos categorías que tienen que ver con la percepción y el reconocimiento que se pueda alcanzar en la escena y el medio paraguayo, factor que determina el precio que se puede presupuestar por la categorización y valorización del trabajo y su formalización por medio de algún ente extranjero. Sin dejar de señalar que la nula oferta para profesionalizarse, investigar y profundizar la escena nos embreta a salir del país, cuyo costo es cubierto muchas de las veces por el mismo trabajador/a.

Los pocos espacios de formación post graduación y sus altos costos, en relación con el salario que se puede percibir por un trabajo realizado, son escasos, como así los subvenciones y subsidios que desde los entes estatales se deben de realizar para contribuir a la formalización y mayor profesionalización en los campos artísticos.

También la necesaria mirada desde las políticas públicas sobre la promoción, difusión y puesta en valor de los diferentes materiales, que generan, interpretes, actores, bailarines de la escena paraguaya, así como la distribución regional que permitiría el intercambio necesario para dialogar y exponer las diferentes expresiones, corrientes e investigaciones que se desarrollan en el país.

Todos esto soporta al trabajo artístico, de dedicación exclusiva, el cual muchas veces es un ideal, sobre todo en nuestro medio, pues en la mayoría de los casos el desarrollo de una obra convive con el desempeño en otros ámbitos laborales que permitan ganarnos los medios de vida para proseguir con el proyecto que nos advoca.

La casi nula inserción en los sistemas de protección social de los artistas, que muchas veces suplen con eventos a beneficios, polladas e incluso la venta de vestuarios e instrumentos, como así el abolido crecimiento de las instituciones culturales (elencos nacionales, municipales y distritales) son aspectos mencionables que deben interpelarnos si relacionamos de qué manera el Estado capta tributos de la ciudadanía, en concepto de inscripciones, títulos y certificados de estudios; interpelando esto con el mercado laboral que se ofrece.

La necesidad de exponer las fases del desarrollo productivo de una obra, conlleva a dilucidar tres campos que interactúan simultáneamente: el desarrollo de la técnica, el desarrollo de la obra per se y la venta o el proceso de exhibición pero que son completamente diferentes, atendiendo al ejecutor terminal y su fuerza de trabajo, nos permite argüir el grado de exposición y vulnerabilidad al cual los artistas hemos estado en esta pandemia.

Exponer a demás cuan ruin fue, es y será el ciclo de las políticas públicas (si no intervenimos para transformar) que nos atiende como último eslabón, que nos hace construir un proyecto que puede que quede o no, (en alguno de los programas o convocatorias) y dónde el desembolso de los recursos materiales siempre se realiza a última hora (queja o manifestación de por medio), como así la captura, el amiguismo, las vacas sagradas y la claque, lugar común en las políticas sociales que avería el concepto de equidad, igualdad y bienestar general para todxs.

La contra cara de todo esto, es la necesidad del arte en nuestras vidas, en la cotidianeidad. El valor de teatralizar, bailar izar y cirquear en todos los espacios posibles, con todas las expresiones del arte que se puedan dar, son en suma una salida a las improntas subjetivas que nos ha dejado el confinamiento social por el Covid19, pero que deben ser gestionados con una perspectiva de derecho tal dónde la justicia social para con los artistas paraguayos sea no solo un emblema sino una realidad, pues si el arte no es para todxs no es para nadie.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Comentarios