
Desinhibir, alegrar, olvidar: ¿Los colmadones como salud mental comunitaria?
Por Agustín Barúa Caffarena[1]
Fran Fernández es de Villa Consuelo, un barrio popular de Santo Domingo donde nació y se crió. Caminamos, “te voy a avisar donde comienza la zona apache” me advierte, mientras cuenta la experiencia de los colmadones.
Le dicen “colmadones” en República Dominicana, según Fernando Sánchez[2] a las tiendas (o “colmados”) caracterizadas por vender bebidas frías (sobre todo cerveza), reunir grandes cantidades de personas, oír música. Están dispersos en los barrios (sobre todo los populares) cerca de la gente y ofrecen fiado.
Habrían surgido a consecuencia de la crisis por los ajustes del Fondo Monetario Internacional en los 80.
Fran dirá que un colmadón produce 3 efectos: desinhibir, alegrar, olvidar… entonces los colmadones ¿aportan a la salud mental comunitaria?
Estos espacios también tienen aspectos críticos: conflictos y peleas, uso abusivo de alcohol, ruidos molestos, ocupar las veredas, acoso a las mujeres.
Traemos el testimonio de Fran sobre ellos.
E‘a: Como estrategia de las alegrías populares… ¿Qué te parece importante contar del colmadón?
F.F.: El colmado es la forma más popular de poder adquirir alimentos y bebidas fundamentalmente. Es el lugar donde tú podías buscar un alimento fiado, o sea, pagado a destajo. Pero además de esto, el lugar donde la gente se podía reunir, amigos o conocidos.
Y de repente se convirtió en un centro donde la gente podía no ir a un bar, sino a un lugar de encuentro, y en vez de comprar comida también se juntaban para conversar, divertirse un momento, lugar de conspiración en la época de Trujillo. Poderse tomar una cerveza, una botella de ron, conversar sobre cualquier tópico y además de esto botar el estrés y toda la presión que podía tener.
Cuando el colmado se amplió para poner sillas, mesas y lugar de baile, ya no se le llamaba el colmado, sino el colmadón porque amplió el espacio.
Eso fue ampliándose a tal grado que se convirtiera en el punto más importante de la gente del barrio, de la gente común. Por ejemplo, nos mudamos de nuestro barrio pero tenemos un punto donde podemos regresar todos y encontrarnos.
E‘a: Quizás alguien podría decir (voy a hacer de abogado del diablo) que es un lugar de aturdimiento con música, alcohol y bromas…
F.F.: Sí, ahí te aturdes. La gente adicta al alcohol ahí va y se aturde. Es el lugar donde me voy a olvidar de todo y me voy a beber hasta lo que no pueda beber, con el objetivo de hacerme más feliz. Una felicidad que quizás tú no puedas encontrar en tu casa, la puedes buscar ahí.
E‘a: Te quiero presentar un concepto para cruzarlo con el colmadón a ver qué te parece. Erótica social es la puesta en valor de las prácticas de la alegría de la gente humilde en cuatro ámbitos: arte, fiesta, humor y juego. Para mí el colmadón es un modelo también de festividad popular. Las alegrías populares son muy importantes porque la desigualdad es tan severa y antigua que lo que queda muchas veces es esa alegría compensatoria y de cierta autonomía donde deciden lo qué va a significar ese momento que es convertido en fiesta.
F.F.: Es un lugar así mismo. Y cuando te hablo de catarsis eso es lo que significa. Esa disparidad entre la gente, te permite eliminarla en el colmadón. El colmadón te sirve para estar en un punto donde hay cierta igualdad. Estamos todos iguales. Puedo sentirme alegre, puedo emborracharme, puedo hacer, puedo sentir lo que sea, puedo enamorarme, puedo bailar, puedo hacer lo que yo quiera, y eso me permite a mí ser lo que yo quiero ser. Que no lo puedo hacer en otro lugar.
Es de día, fin de mañana. Fran me muestra sillas encimadas que hablan de la gran cantidad de gente que se junta y las cajas de cervezas en espera.
Uno de los factores centrales de la relación entre la salud mental comunitaria y lo urbano es el encontrarnos entre personas para a aprender a convivir y a cuidarnos en la diferencia. Pareciera que los colmadones ofrecen esta posibilidad.
Pienso en una sociedad como la asuncena, y en lo bien que nos haría, más que alarmas y guardias de seguridad, encontrarnos, oírnos y conocernos más… ¿Cuáles son las formas actuales en que logramos esto en Asunción? ¿y cuáles necesitamos crear?
[1] Psiquíatra clinitario. Antropólogo social. Investigador.
[2] Sánchez, F., Ubiñas, L. (2024). El colmadón. La psicoterapia del dominicano. República Dominicana.