
Casimira Monasterio, diputada afrodescendiente venezolana: «El racismo es tan hipócrita, no es un racismo abierto»

Casimira Monasterio, diputada afrodescendiente venezolana, docente universitaria. Aquí mostrando el ejemplar de la Revista “Así somos” mientras le hacen los «luanguitos» (trencitas).
CICLO DE CONVERSACIONES “VENEZUELA (SE) CUENTA[1]” (3)
Por Agustín Barúa Caffarena[2]
Le pregunto a Meyby, afrovenezolana y antropóloga, si a quien entrevistar del mundo afrovenezolano para este ciclo. No duda: “Casimira Monasterio”.
Quedamos con Casimira en la placita José Martí, al encontrarnos llovizna. Me invita a su departamento en la Parroquia Alta Gracia de Caracas. Su hermana me saluda desde la cocina mientras corta verduras. El baño no tiene casi luz, y yo me sigo sorprendiendo de lo austero de estos parlamentarios en Venezuela. Es luz fría, tarda en calentar, efectos del bloqueo. Se compra lo que se consiga y esté al alcance del bolsillo.
- ¿Cómo te presentás para Paraguay, Casimira?
- M. Soy militante del movimiento afrovenezolano, me defino como afrodescendiente, soy del territorio poblacional y geográficamente afro más grande de Venezuela que es Barlovento, de una población que se llama Curiepe, un pueblo fundado por negros libres.
Soy luchadora, siempre he militado en la izquierda; fui dirigente estudiantil, me tocó ser obrera y fui dirigente sindical, estuve como dirigente cultural en la recuperación de nuestras fiestas populares en Barlovento y además en la defensa de nuestros territorios ante al avance de los ecocidios, por los terrófagos.
En la colonia los mantuanos [criollos] se enriquecieron con la esclavitud y el cacao. Ahora el turismo es muy depredador y además no le deja nada a nuestra gente, como decía Aristóbulo Istúriz, nuestro Cimarrón Mayor, “los bisnietos de los esclavos de ayer están hoy pasando coleto [repasando] en los hoteles”.
La gente de Curiepe reorganizó el mundo a su manera. En medio de una sociedad esclavista y colonial, fundar un pueblo de negros libres no fue sencillo en esa época, 1721.
Las y los cimarrones eran esclavos que huían de las haciendas o de las casas donde les tenían esclavizados y fundaban los cumbe, pequeñas aldeas ubicadas en un lugar alto en la montaña, de difícil acceso para avizorar si venían los españoles o los mantuanos caraqueños.
- ¿Cuál es la situación de lo afrovenezolano en el momento actual? ¿Cuáles son las preocupaciones? ¿Cuáles son los logros?
C.M. Fíjate. Aquí la república es la segunda creada en Latinoamérica, la primera es la de Haití, pero la abolición de la esclavitud aquí se da 33 años después de adquirida la independencia.
Obvio que esa abolición de la esclavitud no causó mayor cambio. Esos esclavizados se convirtieron en peones de haciendas, en las haciendas donde eran esclavizados.
En la década del 30 Juan Pablo Sojo Rengifo, que acuña el término afrovenezolano (“Negro” es el nombre que nos puso el colonizador, una manera de deshumanizar a los africanos y a las africanas y su descendencia) y a quien admiro mucho, buscó mostrar como habíamos participado en la construcción de la cultura en Venezuela. Algo que se nos negaba en la primera mitad del siglo XX, que se nos decía que no habíamos aportado nada “excepto los toques y bailes de tambor: más nada” según la gran intelectualidad de esa época.
Él hizo todo un trabajo de investigación en la toponimia, en la gastronomía, en la granjería, en la agricultura, en las minas, en todos los órdenes de la vida. Luego estuvo Miguel Acosta Saignes, el primer antropólogo venezolano quien también trabajo mucho por eso.
Luego nosotros nos pusimos a luchar por nuestras fiestas. No las fiestas por las fiestas sino lo que significan en nuestro proceso identitario y de desarrollo del sentido de pertenencia. Entonces era defender lo material en la defensa del territorio y defender lo simbólico en esas grandes manifestaciones de comunión colectiva que son nuestras fiestas.
Cuando llega Chávez nosotros damos el salto político: no es solo la cuestión cultural, la defensa del territorio, de nuestro ambiente, nuestras tradiciones, sino entendimos que habían otras necesidades. Con Jesús “Chucho” García de Afroamérica y Nirva Camacho de la Unión de Mujeres Negras, y con otras organizaciones se crea la Red de Organizaciones Afrovenezolanas. Entender que somos sujetos de derecho y entender que esa pelea que arrancó con la llegada del primer barco negrero tuvo en ese momento un momento culminante.
Yo diría que tuvimos muchos logros. El reconocer que aquí si hay racismo, el Estado venezolano reconoce, por primera vez en su historia, en la conferencia de Durban (Sudáfrica, 2001) que hay racismo en Venezuela y firma la conferencia. Como aquí no hay las prácticas que comúnmente se ven en Estados Unidos o se veían en Sudáfrica, a la gente le parecía que lo de aquí no es racismo.
En Venezuela hay un sentimiento de igualitarismo que quedó después de la Guerra Federal [1859. 1863], un sentimiento de que “aquí todos somos iguales y todos nos queremos”. Eso no es así. Este es un país dividido en clases como cualquier país de este continente.
- Trabajo mucho en talleres sobre antropología con la película “Pelo malo” (Mariana Rondón, 2014). Te quería escuchar hablar de eso…
C.M. Es parte de la lucha que tenemos nosotros en Venezuela, en América Latina. Hay una expresión que a mí no me hace ninguna gracia: “pelo malo”, porque tiene que ver con el estigma que el colonizador construyó.
Como eso está naturalizado, la gente no se da cuenta, la gente tiene 300 años oyéndolo. En los años 70 comenzamos a cuestionar eso (“pelo malo es el que se cae…”); como decía una presentadora de televisión afrozuliana “mi pelo no es malo porque no le ha pegado a nadie”.
Reivindicar el afro. Yo soy una de las primeras personas que se puso afro en Venezuela y en hacerme los luanguitos [trenzas que se usan particularmente en cabellos rizados]. Un día voy a una fiesta con luanguitos, y oye una tía y se voltea “¿¡Y quién te ha dicho que luanguito es peinado pa ir pa fiesta?!”, así de duro, y yo le digo “¡YO! Que me los voy a hacer’.
En este momento la pelea esta durísima porque las maestras, las directoras, no quieren dejar entrar a los y las estudiantes con el afro a las escuelas. Dicen que “da mal ejemplo” o que “les cae piojo”, y digo yo ¿al pelo liso no le cae piojo? Piojo le cae a cualquiera.
Con la aparición de Chávez aquel 4 de febrero (1999) el racismo se recrudece, y han caído muchas máscaras. ¿Cómo se sostenía eso en Venezuela? En la constitución de 1961 se reconoce la existencia del indígena pero sin derecho alguno. Es como un menor de edad que se le tiene que entregar a alguien, por supuesto se le entregaba a la iglesia católica. Y se asume que en Venezuela no hay diferencia, pero eso no es verdad. Tú te paras frente a la televisión y la estética es la estética occidental, europea o nortemaericana, ahí no hay otra…
- ¿Y en el tema de las elecciones de Miss Venezuela?
C.M. Osmel Sousa, el que elegía a las misses, le preguntaron porque aquí no había Miss afro; dijo “porque las negras en Venezuela son muy feas”.
Acá en Las Mercedes, en Caracas hoy, no dejan entrar negros pero no te lo van a decir nunca. Te empiezan a poner pretextos hasta que el muchacho de la puerta, que por lo general es negro, te dice “mira, lo que pasa es que aquí no dejan entrar negros”.
Cuando aparece Chávez le comienzan a decir “zambo” al comandante, una manera de decirle que no tenía nada de blanco, que era negro indio. De hecho cuando nació la hija menor de Chávez la gente decía “ella es catirita” (a las rubias aquí se les dice catira) y la gente de oposición decía “ella no es catira, ella es bachaca”, bachaca es el afro de piel clara y pelo ensortijado.
- Quiero retomar algo: hay una narrativa que dice que Bolívar no tenía como parte central de su agenda la igualdad étnica y la liberación de los esclavos sino que fue una condición que le pusieron desde Haití para apoyar su lucha independentista ¿eso es cierto?
C.M. Mir. Yo creo que los proyectos políticos no se desarrollan de hoy para mañana ¿cuántos años tenía Bolívar en 1810? Creo que el proyecto bolivariano se fue dando en medio de la lucha de independencia. Y uno se ubica en la época que vivió el Libertador.
Él tenía una cosa: la relación que él siempre tuvo con los esclavizados. Al quedar huérfano es su albacea su Tío Carlos que le gustaba la corte, la vaina y tuvo problemas con él; y entre las cosas que este le reprochaba estaba su relación con los esclavizados, y eso se entiende porque él andaba siempre con Hipólita y con Matea.
Hipólita siempre estuvo con él. Y Matea era su cargadora, era 10 años mayor que él, fue su compañera de juego. Le gustaba meterse en el barracón de los esclavizados, quizás nunca tuvo la visión de que ellos no eran personas.
En el contexto de la guerra ¿Quiénes estaban financiando la guerra? Eran ellos mismos, los mantuanos, porque si bien es cierto que luego todo el mundo se fue sumando a la guerra ¿por dónde empieza en este continente la guerra contra España? Por los mantuanos, los criollos tenían el poder económico en el continente y no querían subordinarse a España, había que comprarle a España y venderle a España.
- El Negro Primero [Pedro Camejo], como un ícono de la narrativa nacionalista bolivariana, ¿hasta qué punto se han reivindicado otros “negros” más libertos, menos a la sombra en este caso de Bolívar? ¿cómo va esa construcción de simbologías y narrativas autónomas afrovenezolanas? ¿ha tomado cuerpo en el gobierno bolivariano? ¿está en disputa?
C.M. Yo creo que eso está en disputa. Si tú lo ves antes del 98 era una cuestión ínfima. Hoy por lo menos se discute y aparecen otros. Bolívar casa con su sobrina a José Laurencio Silva, no es afro afro como Negro Primero pero es pardo, se le ven las raíces africanas. Cuando van a Perú las muchachas lo desprecian, no quien bailar; entonces Bolívar, como era irreverente con su locura, lo saca a bailar, baila con él y le dice que es un gran general, entonces a las mantuanas limeñas les dio pena y bailaron con él.
En Bolívar incide no solamente Pétion: incide el pueblo haitiano. Ese poco tiempo en Haití, 2 meses, acostumbrado a tener una relación muy horizontal con los afros. Además si no sumabas a los afros y se los quitas al ejército realista, no había independencia posible.
El pueblo, aunque lo quieran negar, mayoritariamente es un pueblo mestizo con una presencia afro muy fuerte. Si tu preguntas cuántos indígenas tiene Venezuela, no tiene 1 millón de indígenas para 30 000 000 de habitantes. Si tu sumas, de acuerdo al Censo del 2011, como se auto reconoció la gente: afrodescendientes, negros y morenos, si tú lo sumas, somos la mayoría del país.
El marxismo siempre sostuvo que el racismo es una cuestión de clase, y al abolir las clases desaparece el racismo. Eso es mentira, eso no es así.
Si bien es cierto, la esclavitud ya existía antes de Colón pero al llegar Colón se crea ese sistema – mundo que tiene necesidad de justificar la esclavitud. Primero, el indígena no tenía alma; después de las discusiones de Bartolomé de las Casas se acuerda que tenían alma pero “no eran suficientemente iguales a ellos”.
Pero al africano lo bestializan, lo deshumanizan totalmente, le ponen la palabra “negro” que es un genérico para todo el mundo, e implica que eres “bruto”, casi “un animal de carga”.
- A Fernando Lugo le hacen el golpe de Estado en el 2012. Una de las cosas que las élites le cobraban era que se le veían los dedos de los pies porque usaba sandalias. Usar los pies cubiertos era un código de los varones de las élites. ¿cuán caro le costó su negritud a Chávez? ¿Cuánto le costó su origen étnico?
C.M. Bueno imagínate, por eso te digo: desde el primer momento que llegó le dijeron “zambo”. Bueno, nos enteramos después de esto: Chávez pide hablar para decirles a los otros que se rindan porque fueron derrotados [se refieren al frustrado golpe de Estado que lidero Chávez en 1992]. Carlos Andrés Pérez les dice a sus asesores “Él está pidiendo hablar por los medios ¿le dejamos o no le dejamos?” entonces uno que venía de la izquierda dijo “No mi presidente, déjelo que hable. Cuando vean ese negro bembón ¿Quién lo va a seguir?”. Lo que no pensaron nunca fue que, además de su discurso, por su fisonomía la gente lo asumió como uno de nosotros “ese se parece a mí”.
Aquí hubo una campaña electoral de otro candidato de Acción Democrática (de hecho él le entrega la banda a Pérez) que se llamó Jaime Lusinchi que su propaganda era “Lusinchi es como Tú” en una clara alusión clasista. Entonces, cuando Chávez, la gente dijo “¡Ese si es como yo!”. Por supuesto eso ha recrudecido el racismo en las clases altas.
¿Qué pasa en Venezuela? Como el racismo es tan hipócrita, no es un racismo abierto como pasa en Colombia y en Brasil, sino que es un racismo edulcorado “¡Ah no! Negrito por cariño” pues aquí todo el mundo te dice que es “por cariño” ¡Ningún cariño que el cariño es algo que surge en la relación personal!
Por su fisonomía, para ellos, Chávez “tenía que vivir en un cerro” pero Chávez como estaba muy claro en lo que estaba, nunca se desclasó. Chávez decía “yo soy un veguero” y un veguero es un campesino que no tiene tierra, porque la vega es donde se expande el rio, es del Estado.
Y decía “yo soy un soldado” porque Chávez nunca tuvo aires de general. Decía “¿Quién es el que mantiene un ejército? El soldado”. Chávez responde, a lo que ellos creyeron que era un insulto llamándole “negro… zambo… indio…” no sé qué, autoreconociéndose indígena y afro sin renegar de España.
Era una manera de remoralizar al pueblo: la gente no tenía que tener vergüenza de ser indígena, no tenía que tener vergüenza de ser negra. Esa fue su respuesta al endoracismo.
Y su respuesta desde la jerarquía militar fue reconocerse como soldado.
- ¿Y la pobreza esta etnizada en Venezuela?
C.M. ¡Obvio! La base económica, en la colonia fueron los esclavizados afros, y eso se mantiene. Los que están jodidos somos los negros, y entre los negros las más jodidas somos las mujeres.
[1] A partir de estar en una experiencia por Venezuela desde noviembre del año pasado, se generan estas conversaciones con venezolanxs residentes en Venezuela, con una perspectiva reflexiva (crítica, dialogante, solidaria, colectivista, comunitarista, antimperialista) que, desde diferentes ángulos, nos ayuden a pensar nuestras sociedades a partir de su experiencia.
[2] Médico psiquiatra. Antropólogo social. Psicoterapeuta placero. Investigador de la Universidad Nacional de Pilar. Paraguayo residiendo en Venezuela.
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