Barrio Chino kue y el derecho a la memoria de la ciudad

Por Pelao Carvallo*

Hubo un tiempo en Asunción un Barrio Chino de callejuelas estrechas, casas autogestionadas en su construcción, con cultivos y crianzas de gallinas y cerdos a la orilla del río, un barrio de gente trabajadora, alegre y con las posibilidades y fracasos de cualquier otra gente de la ciudad. Ese barrio, al momento de su destrucción, tenía más de 50 años de historia, mucho más tiempo que algunas reconocidos barrios de la ciudad. Las abuelas y abuelos podían rastrear en sus recuerdos los orígenes del barrio hasta los años ’40 del siglo pasado. Un barrio de gente solidaria que en tiempos de escasez pescaban en el río el sustento comunitario, convirtiendo el hambre en festín y fiesta.

La destrucción vino anunciada desde mucho antes, desde que la propuesta de Franja Costera hecha en los años 90’ del siglo pasado comenzó a tomar realidad con los estudios de factibilidad del año 2005. La comunidad del Barrio Chino hizo desde el inicio una fuerte oposición a que se les desalojase y destruyese su barrio. No veían incompatible tanto la franja costera como la Costanera de Asunción con la pervivencia del barrio.

En agosto y septiembre de 2011 el periódico de agitación anarquista Sin Permiso relataba los avances en  la destrucción del Barrio Chino, denunciaba el silencio social ante ese urbanicidio popular y celebraba la resistencia de la gente del barrio quienes incluso volvían al barrio al ser desalojados y reinstalados en zonas tan lejanas como Villa Elisa en el departamento Central. También en septiembre de 2011 un grupo de artivistas realizó un performance arqueológica en la feria Puerto Abierto ofreciendo reliquias y recuerdos del Barrio Chino a un público desconcertado y curioso.  En 2014, a propósito de las inundaciones de ese año, el periódico de agitación Teta’y [1] recordaba el inicio de las operaciones de negocio inmobiliario en lo que ahora es la Costanera Norte (y próximamente sur) con la destrucción del Barrio Chino cuyo espacio, paradójicamente servía en ese momento para acoger en viviendas de emergencia a las familias damnificadas por las inundaciones.

Hoy no hay una placa, un monumento pequeño, una piedra cualquiera que recuerde in situ a la comunidad en su espacio geográfico originario. Asunción con la destrucción del Barrio Chino perdió una historia, una memoria, una cultura urbana única y una forma de vivir la ciudad que no es recuperable. A la hora de construir la Costanera no se consideró esa pérdida. La memoria de la ciudad pobre parece no ser algo a considerar por las autoridades y expertos. Contra ese olvido buscado hay quienes desde distintos espacios reclaman la justa memoria de ese barrio inútilmente destruido pues ese espacio es hoy estacionamiento para el Congreso, una calle de acceso y la nueva Biblioteca del Congreso, un edificio que es realmente un aporte a la ciudad pero que no necesitaba de la destrucción de otra parte constitutiva de la ciudad para su edificación.

En distintos puntos de Asunción y Central los y las pobladoras del Barrio Chino esperan un acto y un memorial a ese espacio perdido por la ciudad; el Barrio Chino.

*Integrante del Grupo de Trabajo CLACSO Memorias colectivas y prácticas de resistencia, para el Centro Crítico de la Ciudad 2024.

[1] Con virgulilla en la a y en la y.

 

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