Una noche de rosas con Luisfer Torres

Luisfer Torres. Foto de Paty Latorre

Por Fenhorn Linett

Subimos la escalera de Literaity a eso de las 22:30. Nos esperaba la clásica escena de poesía y papas fritas: biblioteca y paila. Como no teníamos ni hambre poética ni física, pasamos directo al patio y encontramos lo que quedaba de la tímida brisa de una noche más que cálida.

Mientras la conversación llegaba inevitablemente al tema de la vida de David Beckham—¿de qué forma había la fama afectado a esa estrella?—le pillamos a Luisfer Torres, el protagonista de la noche. Confesamos que nos había costado pillarle: habían complicado la tarea un nuevo corte de pelo y la desaparición de una barba más que tupida.

“¿De qué forma afectará la fama a esta estrella?” nos preguntamos, pensando en el primer disco de Torres como solista, Rosas y espinas. Habíamos llegado a Literaity a escuchar la segunda presentación de las canciones del disco—la primera vez que se presentarían con el acompañamiento de una banda.

Nos contaron que Torres estaba algo filosófico, preparándose para el toque entre una multitud de amigxs y ñoños vacíos. Como tal, decidimos esperar un rato para acercarnos a saludarle.

Fuimos a pedir un trago a base de piña, el cual anda en busca de nombre—sugerencias a Diego Ayala—y, cuando volvíamos al patio, arrancó el telonero, MandiO y su banda. El público, algo chico pero entusiasmado, se puso de pie.

La música del carismático cantautor—notablemente más carismático que David Beckham—se caracteriza por una continua fusión de estilos, juego, diversión, y hasta un elemento de lo surreal, lo absurdo. Tiene algo del espíritu de Devendra Banhart.

Una canción que hablaba del calor (lo insoportable del calor) nos pareció muy relevante dado el sudor que iba bajando por nucas y pantorrillas.

El mismísimo Luisfer Torres era bajista del grupo de MandiO. ¿De cuántos grupos forma parte Torres? Imposible saber, pero sí podemos constatar que al día siguiente le vimos, bajo en mano, tocando en La Chispa con el grupo de punk Sukeban. Imposible.

“¡Estrenando cabello, estrenando año, estrenando todo!” dijo MandiO de su buen amigo el bajista. ¿Era su cumpleaños entonces? Esa información definitivamente no había aparecido en el flyer.

Después de la actuación de MandiO, pudimos conversar brevemente con el cumpleañero, quien, antes que nada, se mostró bastante optimista respeto a la producción artística que se está realizando en Asunción en medio de mucha adversidad:

“A pesar de que el Paraguay vive uno los momentos más autoritarios en la era ‘democrática’, hay mucho deseo de la gente de hacer arte, de sentirse suelta, de sentirse libre a pesar del obscurantismo autoritario fundamentalista que vive el Paraguay, como siempre hace más de 200 años,” dijo.

En cuanto a su nuevo disco, el compositor de “El Puretón De Mercadito”, agregó:

Rosas y espinas es una cosa que salió de un momento muy único en mi vida”, dijo. “Me tocó un despertar espiritual a través de una persona que ya no está en mi vida: mi movió de una forma tan poderosa y visceral e intensa que tuve que descargarlo a base de canciones”.

Se fue el multinstrumentista y agarró una guitarra. Notamos que había dado la vuelta a su boina desde que soltó el bajo: un cambio de amplia simbología, sin duda. MandiO no llevaba sombrero, pero, de todas formas, agarró el bajo.

Habíamos estado en la primera presentación de las canciones de Rosas y espinas: una noche de frío, en las profundidades internas de Literaity, donde Torres había tocado solo. Ahora, con el paso de lo acústico, solemne, a lo eléctrico, ruidoso—muy a lo Bob Dylan—nos surgieron ciertas dudas. Nos preparamos psicológicamente para no ceder ante la tentación de gritar “¡Judas!” y creímos notar que varias otras de las personas presentes vivían el tormento de la misma tentación.

Por suerte, salió estupendamente la transición a la electricidad. Las canciones de Torres volaron a nuevas alturas con la adición de la complejidad musical de sus compañeros de la banda.

Los temas van narrando escenas y encuentros bastante íntimos de la Asunción de Torres: la Costanera, la Chispa, el espejo de un motel… Hay una sinceridad reflexiva que sobresale.

Pronto, cambió la guitarra por el teclado y la armónica. Seguía en aumento la pasión: el resultado ineludible de esa bendita armónica.

En fin, nos quedamos con ganas del disco. Saldrá en algún momento del 2024, según nos dicen.

Torres no se resistió—no tenía por qué, luego—a compartir sus influencias musicales. Tocó “Rezo por vos” de Charly García y “The Long And Winding Road” de The Beatles.

Incidentalmente, quizá pensando en la lectura mañanera de McCartney, Torres nos había compartido un mensaje de esperanza para nuestros lectores de Reino Unido:

“We are in fucking Paraguay: fucking poetry, fucking music. The world is fucked, but we’re doing fine”.

Comentarios