Las protestas contra el gobierno venezolano se concentran en los barrios más pudientes de Caracas

Reporte de Santiago Ortiz desde Caracas

Llegamos ayer jueves a Venezuela para participar de una jornada de discusión, en la que unos cien invitados internacionales del Gobierno de Venezuela estuvieron presentes, y en la que el gobierno denunció “la nueva escalada de violencia que ejecuta la derecha venezolana en coordinación con agentes externos”. La invitación tuvo como objetivo el debate abierto, pero también la observación in situ de lo que está pasando en el país por parte de los invitados.

La llegada a la ciudad de Caracas, la capital del país caribeño, es más tranquila de lo que uno puede imaginar, teniendo en cuenta las imágenes de caos y desorden que proyectan los medios de comunicación de la región.

Luego de un mes de protestas y a once días de la convocatoria a Asamblea Nacional Constituyente hecha por el Presidente Nicolás Maduro, las calles de Caracas muestran su ajetreo habitual, sin demasiados sobresaltos:  apenas unas tanquetas de la Guardia Nacional Bolivariana ubicadas al costado de una avenida principal rompen la imagen de tranquilidad de la ciudad. Es que, al contrario de lo que trasmiten los medios masivos de comunicación de la reggión, las protestas en Venezuela han sido focalizadas en los barrios más pudientes de la capital, alcanzando a nivel nacional solo cinco de los más de trescientos municipios del país.

«Guerra Económica»

Foto de Santiago Ortiz

Foto de Santiago Ortiz

Las colas para conseguir productos ya se han vuelto habituales para los habitantes de este país. Según el gobierno, enfrenta desde 2013 una «guerra económica» por parte de la “derecha local y externa”, a lo que se ha sumado una baja del precio del petróleo que viene golpeando las finanzas públicas.

A pesar de esto, según la economista Pascualina Curcio, la economía venezolana está lejos de colapsar. Los datos indican que su PIB se ha disminuido mínimamente en los últimos años. Esta disminución no ha significado un aumento importante en los indicadores de pobreza, desempleo y desnutrición, datos que desmienten la versión de las grandes cadenas internacionales de comunicación  y de los voceros de la Mesa de Unidad Democrática (MUD), espacio que aglutina a los opositores al gobierno de Maduro.

El desabastecimiento, que alcanzó su punto más alto en 2016, se ha ido superando a partir de la creación, por parte del gobierno, de los comités de abastecimiento y producción. Datos ofrecidos por las propias empresas privadas indican que la producción de alimentos no ha disminuido, “por lo que la explicación al desabastecimiento es que deliberadamente estas empresas han alterado los mecanismos de distribución” señala Curcio.

Este fenómeno se combina con lo que el gobierno bolivariano denomina “inflación inducida”, producida por los mercados cambiarios paralelos manejados por especuladores que forman parte de esta guerra económica, la que ha resultado en un aumento exponencial de la inflación que se había mantenido controlada desde el inicio del gobierno de Hugo Chávez, en 1999, hasta el 2013.

«La jugada internacional»

Según afirma el Viceministro para las Américas, Samuel Moncada, “la coordinación entre la derecha venezolana y organismos internacionales se puso en evidencia el 3 de abril”. Ese día en la OEA los gobiernos alineados con Washington forzaron una declaración contra Venezuela, explica Moncada. Esa declaración sirvió como señal a la oposición para retornar a las movilizaciones, “a calentar la calle”.

Las protestas concentradas al este de Caracas congregan casi semanalmente a miles de simpatizantes de la oposición. Ante esto, el chavismo también ha respondido con manifestaciones multitudinarias de apoyo  al gobierno de Nicolás Maduro.

Sin embargo, las movilizaciones convocadas por la MUD se han tornado violentas, informan los funcionarios del gobierno: ataques a funcionarios policiales, comercios e instituciones públicas se producen por lo general en las tardes, tras la presencia de los líderes de la oposición en las manifestaciones. Es allí cuando grupos encapuchados actúan arrojando bombas molotov, piedras y, en los últimos días, hasta armas de fuego, aseguran.

Algo similar había ocurrido en 2014, tras las llamadas guarimbas, convocadas, entre otros, por el dirigente opositor Leopoldo López, hoy preso por su responsabilidad en las muertes que aquellos actos produjeron. Pero en esta ocasión las protestas han sido menos extendidas y mucho más violentas, las que han arrojado 39 muertes.

Mientras la Mesa de Unidad Democrática acusa al gobierno de haber ocasionado las muertes mediante la represión y la actuación de grupos armados, los datos proveídos por el Ministerio Publico y por el Ministerio del interior dan cuenta que la mayoría de las víctimas no participaban de las protestas, y doce murieron electrocutados durante el saqueo a un comercio tras las protestas. Además, agregan los datos, solo siete de las victimas participaban en las protestas y, según las autoridades, tan solo en tres casos se ha identificado la actuación de agentes del orden público, quienes se encuentran procesados y privados de su libertad.

La apuesta por la constituyente

Tras casi un mes de protestas, el presidente Nicolás Maduro tomo la decisión el pasado 1 de mayo de llamar a una Asamblea Nacional Constituyente. Para el chavismo el llamado a constituyente es una apuesta al dialogo como forma de resolución del conflicto, ante el asedio del cual es víctima el país actualmente, según el gobierno.

Resolver el actual conflicto político con un paso superador de profundización de la «revolución bolivariana» es la apuesta, según indica la canciller Delcy Rodríguez. El llamado a constituyente incluye elecciones generales sectoriales y territoriales, lo que podría ayudar a determinar si la oposición realmente cuanta con apoyo mayoritario o el chavismo continúa manteniendo el respaldo del pueblo.  En los últimos 17 años, en 19 de las 21 contiendas electorales que se dieron en el país ha salido victorioso el chavismo encabezado por Hugo Chávez, y que hoy continua Nicolás Maduro.

 

 

 

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