Hasta el pan llega el veneno
Por Soledad Viera
El poder Ejecutivo, a través del Ministerio de Agricultura y Ganadería, había aprobado sin publicidad la liberación comercial del transgénico Trigo HB4. EL veneno ya nos llegará con el pan, la galleta, la pizza y la pasta, la tradicional tortilla y la empanada del terere rupa, entre otros alimentos.
El gobierno paraguayo dio vía libre al trigo transgénico, informaba el centro de investigaciones BASE IS, en su boletín del 26 de junio 2023.
“Un nuevo veneno extremadamente tóxico estará presente en nuestro pan de cada día. El trigo constituye una parte importante de la base alimentaria en todo el mundo: en panes, pastas, pizzas, tortas, galletas, entre otros. A partir de esta autorización, el trigo tendrá residuos de glufosinato de amonio que se incorporará a las harinas y sus derivados, es decir, habrá presencia de esta sustancia en alimentos básicos de consumo diario. Toda la población estará expuesta a la ingesta de este veneno en su dieta diaria”, advertía el investigador Carlos Vicente, de la Organización GRAIN, respecto a este debate en Con la Soja al Cuello 2021, agregando que el glufosinato de amonio está prohibido en muchas partes del mundo.
Lis García, investigadora de Base IS, destaca que la aprobación se dio el pasado 10 de mayo sin análisis ni consultas con la ciudadanía. Los organismos responsables no pusieron a disposición pública la información al respecto. Los impactos de esta decisión se sentirán en la mesa y en los campos paraguayos.
Efectivamente, por medio de la resolución 556 del 10 de mayo de 2023 del Ministerio de Agricultura se estableció la liberación comercial del trigo transgénico HB4, una variedad que trae consigo un grave riesgo. Como parte de su paquete tecnológico se utiliza el glufosinato de amonio, un agrotóxico 15 veces más dañino que el glifosato, y que podría acarrear graves daños a la salud, sostiene la investigadora de Base IS.
García, en conjunto con otros referentes sociales, lanzaron la campaña ciudadana “Pan sin veneno”. Esta es la manera en que busca la gente de decir no al trigo transgénico.
Alejandro Servián, integrante de “Pan sin veneno”, se refiere al tema desde su posición como cocinero y en nombre de otros que se suman a esta campaña porque sienten que tienen una responsabilidad moral, ética y humana que viene a compartir “lo que nosotros estamos creando desde el sector gastronómico”. Para quienes no lo conocen, Alejandro Servián es el pizzero en D´Alessandro Pizzería, sobre la calle República de Siria, en Barrio Jara.
“Si bien de una manera u otra muchísimos artículos de uso culinario ya están contaminados, yo veo que hay hitos que marcan un antes y un después. Y en este caso la aprobación del trigo transgénico resistente al glifosinato es uno de esos”.
Añade que en Paraguay es un hito porque el trigo es una de las bases de nuestra alimentación, desde lo más básico, desde la tortilla, la empanada , la galleta, hasta que hoy en día entra cada vez más el consumo de fideos, pastas. Es lo que más se consume por una cuestión de poder adquisitivo, principalmente en el campo donde hay una crisis muy profunda y particular”.
Ale destaca que para hacer frente a este tipo de situaciones la gente en general debe estar organizada. Porque la fuerza de uno no es capaz de parar semejante cambio que quieren llevar adelante. “Espero que esto nos una más como personas que tratamos de ser lo más consiente y responsable posibles. Así llevar adelante articulaciones en toda la cadena alimentaria para lograr una mejor calidad de vida. Otra cosa que destaca Ale es que si bien la campaña comenzó como una articulación de gente propietaria de negocios, cocineros y cocineras, no entran aún los responsables de los molinos harineros y las cadenas de supermercados.
“Ellos (la agroindustria) dicen que puede aumentar la productividad y que va a bajar los precios etcétera. ¿Pero cuánta plata ya están ganado ellos? ¿Cuál es la necesidad seguir ganado tanto dinero y a que costo más allá del monetario?
Servián señala otra cuestión no menor que es la cultural en relación a los transgénicos: la homogeneización de la paleta de sabores que hay. “Tenemos grandes empresas semilleras que dominan la mayor cantidad de semillas en el mundo y se van dejando de lado otras variedades que no cumplen los requisitos del mercado y así se pierden especies, se pierden semillas y nosotros como cocineros y como cocineras nos vemos afectados profundamente. Como si fuéramos pintores cada vez nos vamos quedando con menos colores dictados por la ganancia y no por el sabor o la nutrición del ser humano”, sintetiza.
¿OGM para paliar el hambre?
Si bien los OMG (Organismos Geneticamente Modificados) y los insecticidas se promocionan como la solución para alimentar al mundo, la realidad es muy diferente a lo que afirma la industria. Mirando al norte desde donde la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) por sus siglas en inglés da vía libre a estas técnicas. Leemos en el website del dr. Joseph Mercola que EE.UU es un usuario a gran escala de los OGM y tiene una gran cantidad de hectáreas cultivadas con transgénicos. En 2015, el 86% de las exportaciones agrícolas de los Estados Unidos se destinó a 20 países con bajo índice de hambre y altos índices de desarrollo humano. En ese orden el primer importador fue Canadá. En 2013 y según la fuente citada en este mismo párrafo la agricultura de Estados Unidos aportó sólo el 2.3% del suministro de alimentos a los países con mayor índice de hambre.
Con la soja al cuello alerta:
Para entender en casa: ¿Qué es la ingeniería genética?
Para comprender mejor la ingeniería genética y su impacto en la salud humana es necesario investigar en qué consiste esta tecnología y cómo se utiliza. Vemos que la ingeniería genética permite que el ADN se transfiera no solo entre diferentes tipos de plantas, sino incluso entre diferentes especies, lo que significa que los científicos pueden tomar ADN de un insecto o animal e insertarlo en el genoma de una planta.
¿Gato por liebre o inocencia científica?
Muchos defensores de los transgénicos afirman que la ingeniería genética solo es una extensión de los métodos de mejoramiento natural, lo que significa que también es segura. Sin embargo, no es cierto. La ingeniería genética no tiene nada que ver con las técnicas de mejoramiento convencionales que se utilizan en los cultivos. Para empezar, es una técnica de laboratorio que permite a los científicos crear un alimento que no existe en la naturaleza. Como dijo Claire Robinson, editora de GM Watch y coautora del libro titulado «GMO Myths and Truths: A Citizen’s Guide to the Evidence on the Safety and Efficacy of Genetically Modified Foods and Crops:»La ingeniería genética permite que el ADN se transfiera no solo entre diferentes tipos de plantas, sino incluso entre diferentes especies, lo que significa que los científicos pueden tomar ADN de un insecto o animal e insertarlo en el genoma de una planta de cultivo. Sin embargo, en realidad, es un proceso muy poco preciso. Lo cierto es que la ingeniería genética altera el genoma (organización y función de los genes) de la planta, y como resultado de este proceso, se producen efectos inesperados en la planta transgénica.
Nos dicen que la única diferencia entre una planta natural y una transgénica es que a esta última le insertaron un gen, pero no es así. La realidad es que el genoma es muy complejo. No es como armar un Lego al que le puede quitar y poner diferentes piezas y esperar que todo quede igual».
Estados Unidos es el principal productor de cultivos transgénicos, con 190 millones de hectáreas (tres veces el tamaño de Francia) de cultivos transgénicos. Tras 20 años de comercializar cultivos biotecnológicos (1996-2015), Estados Unidos obtuvo ganancias de 72. 900 millones de dólares. 6. 900 millones de dólares solo en 2015. En 2019, los principales cultivos transgénicos fueron los de calabaza, alfalfa, remolacha azucarera, papa, papaya, aceite de colza, maíz, soya y algodón.
Monsanto/Bayer controla la mayoría de los cultivos transgénicos en los Estados Unidos, que incluyen el 80 % del maíz transgénico y el 93 % de la soya transgénica. Como referencia, el primer cultivo transgénico que llegó al mercado fue el tabaco. En 1983, se comenzó a cultivar tabaco transgénico por primera vez, el cual se modificó con el fin de volverlo resistente a un antibiótico. Más tarde sufrió otras modificaciones genéticas, incluyendo la eliminación de un gen que convierte la nicotina en las hojas de tabaco en un carcinógeno y el incremento de la cantidad de nicotina en los cigarrillos.
¡Qué culpa tiene el tomate!
El primer cultivo alimentario en modificarse genéticamente fue el tomate Flavr Savr de Calgene, una compañía con sede en California que luego compró Monsanto. El tomate se modificó para permanecer maduro por más tiempo, lo que se logró al eliminar el gen que produce una proteína que hace que el tomate se ablande.
Sin embargo, la compañía Calgene jamás ocultó que su tomate era transgénico. Asimismo, el empaque de este producto tenía una etiqueta que lo especificaba y brindaba líneas de ayuda para responder a las preguntas de los clientes. Cuando Monsanto compró la compañía, dejó de comercializar el tomate Flavr Savr.
Cada vez más países prohíben los transgénicos
En el artículo de Joseph también se mencionan los lugares en los que están prohibidos los transgénicos, como Rumania, país que dejó de cultivar transgénicos a pesar de que fue el primer país europeo en producirlos. Por su parte, Portugal y España redujeron la cantidad de áreas en las que se cultivan productos transgénicos, mientras que países como Francia, Alemania, Austria, Polonia, Grecia, Suiza, Irlanda del Norte, Escocia y Gales, los prohibieron por completo.
Según National Geographic:»Los organofosfatos dañan el sistema nervioso de la misma manera que los agentes nerviosos como el sarín, y son tan tóxicos para los humanos que la Agencia de Protección Ambiental (EPA) limitó su disponibilidad para el público en general».
Mientras tanto, en la Unión Europea, cuando 48 miembros del Parlamento se ofrecieron como voluntarios para un análisis de glifosato, todos dieron positivo. Las personas se exponen al glifosato a través de los alimentos que comen, del aire que respiran, del agua que beben y de los patios, jardines, parques y otros entornos que frecuentan.
Pero ¿Qué impacto tiene el glifosato en la salud humana? Para responder a esta pregunta, Un grupo de cientigicos patrocinados por GRAIN en Estados Unidos para reunirse con la creadora del movimiento Moms acros América Zen Honeycutt, quien afirma que las crecientes tasas de enfermedades crónicas se relacionan con los residuos de sustancias químicas que contienen nuestros alimentos. Los pesticidas se relacionan con varias enfermedades crónicas, incluyendo el autismo, el cáncer, las alergias alimentarias, los problemas endocrinos, la diabetes y las enfermedades de Parkinson y Alzheimer. En la actualidad, una de cada 4 mujeres mayores de 30 años tiene intolerancia al gluten, dijo Zen Honeycutt, pero cree que el problema no es el gluten, sino el glifosato que se rocía en los cultivos de trigo como agente secante antes de la cosecha.
«Daña el revestimiento intestinal. Además, no puede procesarse, por lo que el cuerpo lo reconoce como una intolerancia al gluten», dijo Zen Honeycutt, y agrega que hoy en día los alimentos no solo contienen más residuos de sustancias químicas, sino que, para empeorar las cosas, ahora tienen un menor valor nutricional. La agricultura a base de sustancias químicas ha agotado nuestros suelos de nutrientes esenciales, por lo que muchos alimentos ya no contienen las vitaminas y minerales que los hacían saludables”.
Las mejores estrategias para protegerse de la toxicidad de la agricultura
Los gigantes de la biotecnología tienen muchos recurso e influencia política, y su objetivo es controlarlo todo. Por esa razón, es muy importante ponerle un alto a Monsanto y a su control sobre el sector agrícola. Una vez que se liberan en el medio ambiente, no hay marcha atrás. Los riesgos son incalculables. Es muy importante que las personas dejen de apoyar este sistema alimentario corrupto, tóxico e insostenible que Monsanto y sus aliados de la industria quieren imponer en todo el mundo.
Una de las mejores medidas que podemos implementar es comprar nuestros alimentos a los productores locales que utilizan diversos métodos que promueven la agricultura regenerativa.también es posible unirse a la Red Agroecológica donde puede comprar una “parte” de los vegetales producidos en comunidades como la de Altos.
La mesa del vecino también está contaminada
La Argentina, también de manera subrepticia y con la pandemia de Covid como telón de fondo dio via libre al trigo transgénico en 2020 permitio que el glifosato y glufosinato de amonio crearan un combo tóxico para el ambiente y la salud Investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) e integrantes de tres universidades confirmaron, por primera vez, que los herbicidas glifosato y glufosinato de amonio se mezclan con facilidad en el ambiente y generan un nuevo contaminante. Que producen severas consecuencias en los anfibios (indicador de lo que podría pasar en humanos). El glufosinato, prohibido en la Unión Europea, se utiliza en el trigo transgénico.
La periodista Lucía Guadagno señala que en un estudio multidisciplinario se reunierona diez científicos de tres universidades nacionales y se comprobó que las moléculas de los herbicidas glifosato y glufosinato de amonio pueden agruparse y formar mezclas perjudiciales para el ambiente. Es decir, que originan un nuevo contaminante que puede permanecer en el suelo, el agua y también, por ejemplo, en residuos de silobolsas. Se trata de una de las primeras investigaciones del mundo que explica cómo interactúan dos de los agrotóxicos más utilizados en el campo argentino. Al mismo tiempo, los investigadores compararon los impactos que el glifosato, el glufosinato y la mezcla de ambos tienen sobre los anfibios. Midieron los efectos ya conocidos de estos agrotóxicos: malformaciones, genotoxicidad, alteraciones hormonales, neurotoxicidad y estrés oxidativo. Entre los principales resultados observaron que el glufosinato de amonio provocó una mayor tasa de malformaciones, así como mayor daño genético y más alteración en los niveles de la hormona T4. En sus conclusiones, advierten: “Se necesita poner un alto urgente a la aprobación continua de cultivos transgénicos resistentes a herbicidas, como el glufosinato de amonio, que carecen de evaluaciones bioéticas y avales científicos multidiscipinarios”.
Glifosato y glufosinato, hallazgos y alarmas
Germán Lener, investigador del Conicet y de la Facultad de Ciencias Químicas de la UNC, fue uno de los responsables de analizar, mediante química computacional, la posibilidad de que moléculas de glifosato y glufosinato de amonio se mezclen en el ambiente. “Vimos que tienden a juntarse con facilidad y a formar una mezcla nueva con enlaces fuertes, que libera energía”, explicó a Agencia Tierra Viva. Y advirtió que esto da lugar a un nuevo contaminante en el ambiente, que puede formar puntos de alta concentración de pesticidas en sistemas acuáticos. Al mismo tiempo, volvió a advertir sobre un punto ciego y preocupante de los formulados comerciales de estos herbicidas. Tanto el glifosato como el glufosinato son los principios activos de estos productos, pero van acompañados de otras sustancias que permiten, por ejemplo, que el veneno pueda penetrar en las hojas de las plantas. Esas fórmulas se mantienen secretas por derechos de propiedad intelectual, y por lo tanto no se permite a la ciudadanía acceder a esa información. Pero ya existe un pedido ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación —dentro de una acción de amparo ambiental en defensa del río Paraná— para que se hagan públicos esos formulados. “Lo que se pide es que el Estado Nacional implemente un proceso de revalidación de las autorizaciones de los agrotóxicos, que incluya el acceso a la información y la participación ciudadana”, explicó Fernando Cabaleiro, uno de los abogados que interviene en el caso. La demanda fue presentada en abril de 2021 y aún se espera que la Corte acepte su competencia.