Del “Chau” al consuelo de los llantos: Entrevista a Gaby Delvalle sobre el Chespi.

Por Agustín Barúa Caffarena

“Chau chespi” fue uno de los emblemas de la campaña por la candidatura de Santiago Peña, hoy presidente de la República.

Nos preguntamos mucho a qué le queremos decir “chau”, de qué nos queremos despedir. ¿Es del chespi? ¿De las y los chespiritos, de esas personas en uso complicado de crack? ¿De la pobreza?, ¿De la denuncia de la desigualdad que trae la pobreza?

Fotograma de la publicidad electoral sobre el uso problemático de crack por Santiago Peña. Fotografía: Twitte Santi Peña

Sobre eso estábamos conversando hace unos meses en el Bañado Tacumbú, en la organización CAMSAT: del microtráfico en el Bañado, la vivencia de las y los vecinos, la impotencia o la complicidad institucional en diferentes casos en el territorio, el no apoyo a las políticas públicas para esto.

Nos quedó resonando “chau, chau…”, entonces intentamos, a través de Gabriela Delvalle, enfermera y psicóloga comunitaria, trabajadora en Atención Primaria de Salud en el Bañado Tacumbú, referente del territorio, pasar de la despedida al saludo, al conocimiento y a la escucha, conversando con alguien bañadense y chespirito.

Y comenzó: nos encontramos en CAMSAT, y una compañera habló con uno de los muchachos que tenía unas bolsas con reciclado de basura, “no”; fuimos hasta el mirador y Gaby habló con otro grupo, “suponen que sos una persona que viene a buscar algo que le robaron”, tampoco; fuimos a otro pasillo por donde nos metimos y no estaba la persona; fuimos hasta el refugio Bosano, hasta la última casa a buscar una a persona de su confianza, tampoco estaba; la persona con quien habíamos quedado primeramente salió.

Las respuestas fueron todas “no”. No basta con querer escuchar. Hay que construir la escucha, ganarse el derecho a la palabra, a la confidencia, a la confianza. Quizás nunca sabremos todo lo que hay detrás de este esconderse.

Entonces le pedimos a Gaby si podía prestar su voz para esta que hoy, una vez más, quedó enmudecida.

Ea: Gaby ¿cómo comenzarías esta conversación?

G.D.: Y mirá, es bastante complejo, yo pienso desde Gaby Delvalle, desde trabajadora de salud, y también pienso como vecina, como mamá, y lo que veo en ellos es la soledad. Están solos, no tienen voz. Los mismos parientes, vecinos, amigos, dicen: “él no quiere salir de esto, él no busca ayuda”. Nadie se plantea pensar por qué él o ellos están como están ahora.

Y este discurso del “Chau chespi” asusta, porque no nos presentan unas políticas públicas de cómo trabajar con ellos para mejorar su condición o para que ellos dejen de estar complicados en el consumo sino que más bien es como que van a ser desaparecidos. O se les va a esconder, no sé cómo se va a hacer para decir “Chau chespi”. O van a perseguir la venta, el tráfico y el micro tráfico, que ya ni siquiera es tan micro en el barrio, porque cuando hablamos de tráfico en el barrio decimos que cada vez está más complicado. Solemos usar el término de “venta indiscriminada”, porque anteriormente teníamos zonas complicadas, ahora todas las zonas del Bañado Tacumbú están complicadas, tanto con el consumo como con la venta.

A mí me asusta, yo no lo estaba viendo de esta manera. Algo bastante nuevo esto que sucedió a la entrada del barrio, la muerte de este joven de 27 años. Y se habla de lucha entre facciones de un mismo patrón de la venta de droga.

Y cuando hablamos de los chicos que consumen “chespi” hablamos desde el acusar. Porque entró a robar, primero robo a los parientes y luego en el vecindario. Y lo que hacemos es persecución, no buscamos ayuda para ellos, sólo queremos que vayan presos, que desaparezcan, que no molesten, en pocas palabras. La comunidad piensa de esa manera. No se puede tener nada afuera de la casa, en el patio, porque están ellos; ya no se puede dormir tranquilos afuera, dicen algunos vecinos. pero nadie piensa qué podemos hacer para brindarles ayuda o buscar soluciones a este problema desde la raíz. Yo misma como trabajadora de salud y como vecina muchas veces también estoy cansada, enojada contra ellos por los perjuicios que pueden ocasionar ellos para conseguir algo que vender para drogarse o para canjear directamente por droga.

Ea: ¿Qué es soledad cuando decís esta soledad del mundo “chespi”?

G.D.: No sé cómo se puede explicar más “soledad”. Ellos están solos. Los chicos que están metidos en el “chespi” en el Bañado Tacumbú, lo que yo puedo ver, están solos. No hay familia, aunque haya una madre, una hermana detrás, es como que se rompe también ese vínculo familiar. Están completamente solos. Porque lo primero que te dice una mamá de un chico que está complicado con el chespi” es: “ndaikuaavéima che mba’épa ajapota chugüi. No sé cómo acompañarle, no sé qué hacer, cómo buscar ayuda porque ellos no se quieren ayudar, no buscan ayuda”.

Ea: En una sociedad asuncena donde parece que los valores más fuertes son ganar, competir y consumir, quien no puede ni ganar, ni competir ni consumir por su condición de clase, por su biografía, como mucha de la población bañadense ¿no recibe el mensaje “sos una persona descartable”? Y si sos una persona descartable ¿pudiera ser que el “chespi” sea como una especie de anestesia, algo que permita sentir menos, algo que ayuda a darse menos cuenta de que son gente que no importa?

Giorgio Agamben hablaba de “Nuda vida”, como vidas desnudadas, vidas que entran en el mundo de la indiferencia.

G.D. Y tal vez sea eso. Están solos, incomprendidos. Porque, como te decía, el vecindario no comprende, el vecindario juzga, tampoco busca cómo ayudar. En algunos casos ayudar a ese chico que está en la calle es un vaso de leche, un pedazo de pan, hasta ahí.

Ea: Cuando intentamos conocer su voz, te invito a hacer un ejercicio complicado, pero me animo a proponértelo porque sé que vos tuviste contacto directo: ¿qué tienen para decirnos los “chespiritos” que no estamos pudiendo escuchar, desde tu experiencia?

G.D.: Por lo menos a los pocos que yo pude escuchar hasta hoy día cuentan historias de mucho dolor que vienen desde la niñez. Algunos fueron abusados. Otros presenciaron abusos de personas muy cercanas. Otros, sólo aquella novia que les traicionó en la adolescencia y no lo superan hasta hoy día.

Ea: ¿Será que somos una sociedad que no sabemos cuidar nuestras heridas emocionales, quedamos vulnerables, hay un déficit en ese sentido?

G.D.: Yo creo que muchas veces no nos permitimos hablar de esos dolores. Y no les enseñamos tampoco nosotras las mujeres (y ya otra vez yo me voy a culpabilizar) no les enseñamos a nuestros hijos e hijas a que esas heridas se tienen que curar, que hay que cuidarlas para sanar. Sin querer me culpabilicé.

Ea: ¿Y el hecho de que la mayoría de las personas complicadas con crack sean varones en el Bañado, te dice algo?

G.D.: Y tal vez sea ese famoso discurso de las madres y los padres de que “el hombre no debe llorar”.

Ea: El “chespi” ¿es un llanto?

G.D.: Yo creo que es un llanto. Es un pedido de socorro. Y en el Bañado hay niñas, jóvenes, adolescentes, mujeres también que hoy van complicándose con el “chespi”, no sólo los varones, pero mayoritariamente son varones.

Ea: Ante este modelo de la punición, el castigo, la represión, la vigilancia, ¿cuál sería el otro modelo? ¿Qué es lo que se está necesitando ante este dolor, esta soledad?

G.D.: No tengo muy claro cómo hacerlo, pero creo que trabajar más con nuestras niñeces desde la primera infancia. Y también con los adultos, que el cariño, el amor, no hace daño, sino que puede ayudar a sanar muchas cosas. Educar desde el amor creo que puede ayudarnos. Es una deuda que tenemos con… nosotros mismos. No sólo hablar de la niñez y de la adolescencia, sino nosotros los adultos también, de mirar un poco nuestras emociones y de cuidar un poco también esa parte de nuestros dolores, de nuestras carencias, de nuestros miedos.

E insistir desde las instituciones encargadas, tanto niñez y adolescencia más presencia territorial, más políticas públicas que puedan diseñarse, pero desde el sentir de la gente, desde las comunidades. Yo creo que no ha de haber una receta maravillosa que podamos aplicar para solucionar todo, pero que podemos ir trabajando en las comunidades un estilo más amoroso, más de cuidado.

Ea: ¿Querés agregar algo más?

G.D.: Buscar la forma de escuchar las voces de ellos. Yo sé que hoy fue un recorrido que no pudimos lograr hablar con ninguno de ellos, pero no cansarnos en ese poder buscar la voz de ellos.

 

Comentarios