
25 Oct Palestina y el condicionamiento de la verdad
Frente a la escalada de violencia entre Palestina e Israel y su nuevo ciclo de barbarie que parece no tener fin, es un imperativo moral posicionarse ante el sufrimiento humano, por sobre todo del oprimido, más allá de las afinidades y el espectro de afectos y sentimientos que puedan generarnos ambos bandos.
Condenar el terrorismo no puede estar condicionada por una mirada sesgada originada desde los medios propagandísticos occidentales que pretenden justificar la ocupación ilegal y el apartheid israelí en territorio palestino.
Apelar al lugar común del rechazo de toda forma de violencia o la tibieza discursiva del pacifismo constituye posicionarse a favor del violento que tira la piedra y esconde la mano.
El estado de Israel creado de manera arbitraria en territorio palestino constituye la primera forma de violencia que justifica las demás violencias, porque más allá de todo encubrimiento, la defensa sigue siendo legitima y más aún en condiciones de tremenda desigualdad.
Estos días posteriores al ataque militar palestino, la postura políticamente correcta para reivindicar la lucha palestina era primero condenar a Hamas y declarar su naturaleza “terrorista”, condicionamiento que desnuda la hipocresía en el abordaje del tema y los sutiles mecanismos discursivos que justifican al agresor y poderoso, Israel.
¿Qué tan terrorista puede ser una organización que defiende su territorio, su autonomía, su derecho a subsistir y existir como pueblo? ¿Qué tan terrorista es un pueblo cuando se defiende de una agresión constante y sostenida? ¿La maquinaria militar israelí no genera terror ni mata inocentes o no tiene víctimas colaterales? ¿El terror es tal solo cuando procede de un lado y no es cuando se origina en el bando antagónico?
Posicionarse es un acto de responsabilidad racional, implica informarse, analizar los hechos sin caer en perspectivas simplistas o afectivas evitando estereotipos y sesgos.
La lejanía geográfica pudiera hacernos pensar que no tenemos responsabilidad con hechos que suceden a miles de kilómetros, sin embargo, nuestra misma historia nos enseña que hemos soportado una guerra de exterminio y sometimiento que condicionaron nuestra forma de ser paraguayos, esa misma historia nos acerca a Palestina, un pueblo que resiste una guerra de exterminio en condiciones de absoluta desigualdad y que lo hace digno de nuestro respeto y solidaridad.
También, Palestina y los palestinos sufren los embates del capitalismo que arrasa con los pueblos a través de su mecanismo predilecto, la guerra, en una lucha de clase donde el opresor tiene el apoyo de la clase dominante mundial y el oprimido tiene apenas nuestras voces de obrero internacionalistas que hacen de la solidaridad un estandarte que testimonia nuestras convicciones revolucionarias.
Es siempre una tarea revolucionaria la defensa de la verdad y de la justicia, así, Palestina y los palestinos encaran una lucha legitima, una lucha que también es nuestra como pueblo y en esta lucha, nuestra batalla está en el difícil ejercicio de decir la verdad sin más condicionamientos que ella misma.
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