Marito, la victoria de un símbolo de lo peor

Por Martín Pizzichini*

Si bien el escenario electoral no era nada esperanzador por las opciones a elegir (y se reflejó en la baja participación que no supero el 63%), resulto ser que ganó lo peor.

Que esa gavilla conservadora, criminal, latifundista, homofóbica y entreguista detenten el poder, sin duda es lo peor. Que un símbolo del stronismo vuelva a ocupar el sillón de los López, es lo peor.

Y aquí me detengo, en el símbolo, en lo que eso significa, porque para nosotrxs, quienes trabajamos en el arte, lo simbólico no es una anécdota, o una ilusión, sino por el contrario, es parte inexorable de la realidad. Es así, que en una obra teatral todo se convierte en un símbolo, la obra se sirve de la palabra, como también de los sistemas de signos no lingüísticos (escenarios, cuerpo, luces, sonidos, vestuarios, etc.) para comunicar lo que ocurre frente a nosotrxs.

Los símbolos además de ser creados por los seres humanos, también son utilizados como vehículos de una idea. En un contexto de derechización del continente, donde los derechos adquiridos por las clases subalternas están siendo vulnerados, donde se persigue a las organizaciones sociales y sindicales, un símbolo como Mario Abdo Benítez (h), no puede ser tomado sólo como el continuismo del Cartismo, sino cómo una profundización (al menos desde lo simbólico, aún no ha asumido) de la derecha en Paraguay, pero también en la región.

Lxs trabajadorxs de la cultura vemos con suma preocupación esta victoria del hijo del Secretario Privado de Stroessner. Ticio Escobar, al cumplirse 25 años de democracia nos recordaba que “el modelo stronista de cultura no estaba explicitado en lo que hoy llamaríamos una «política cultural»; es decir, un cuerpo de proyectos orientados a ejecutar modelos de cultura comprometidos con el desarrollo del país. Esta ausencia ha llevado a sostener que no existió un sistema cultural stronista. Pero tácitamente, y de manera negativa, tal sistema existió y funcionó con bastante eficacia: actuó a través del control y la censura, el miedo y el castigo, la falta absoluta de apoyos, la desprotección del patrimonio histórico, la regulación de los medios informativos y el desprecio a los artistas e intelectuales” (Ticio Escobar, 2014, Ultima Hora). Y si bien son otros tiempos, sabemos que Marito es militante de ésta idea. Idea que por otra parte está instalada en la región, cómo es el caso de Argentina, Brasil, Colombia… donde sólo algunxs trabajadorxs de la cultura tienen apoyo y auspicio del Estado, y otrxs son perseguidos -ya no a punta de pistola- cerrándoseles puertas en festivales, salas, etc.

La mona por más que la vistan de seda, mona queda

Sí bien, los medios masivos de comunicación mucho han insistido en que Marito, no es Mario Abdo Benítez, éste muchacho nunca hizo más que reafirmar su acuerdo con la dictadura, y su cariño entrañable por las Fuerzas Armadas, a tal punto que uno de sus ejes principales de campaña es volver a la obligatoriedad del Servicio Militar.

Podemos esforzarnos mucho en relativizar lo que significa Marito como mandatario del Paraguay, pero en la realidad los símbolos son utilizados para mantener vivo el discurso y la idea de lo que representan. En este sentido, Miguel Ángel Padilla en su libro “El arte de la belleza” no dice que el “hombre puede darle subjetivamente un valor simbólico a las cosas pero los verdaderos símbolos son  aquellos en los que el mensaje no depende tanto del acuerdo arbitrario sino que escapándose a la subjetividad manifiestan mensajes comunes a todos los hombres” (Miguel Angel Padilla. 2006.), y Marito es un verdadero símbolo.

Vale la aclaración

Con esto, no digo que lo simbólico está por encima de lo material, en absoluto. Pero sí es importante resaltar que lo simbólico es parte superestructural de la forma de producción de una sociedad. Las ideas dominantes de una sociedad, son las ideas de la clase dominante. Si hay algo que han trabajado, los gobiernos progresistas y revolucionarios que alcanzaron el poder, fue destruir los símbolos de la vieja sociedad para poder construir la nueva. Y en esa tarea mucho tuvieron que ver los artistas. En la Rusia comandada por Lenín, los artistas fueron aliados importantes en difundir la revolución en tan inmenso país, a la vez de derribar los símbolos del zarismo.

Lo que están haciendo las derechas latinoamericanas en este momento, justamente es tratar de destruir los símbolos construidos por los sectores populares, a la vez de revitalizar los viejos símbolos de los años más oscuros de los países.

Y la victoria de Marito es esto, una victoria peligrosamente simbólica.

*Es Secretario de Formación Sindical del Centro Paraguayo del Teatro (Cepate).

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