
06 Jun Las apropiaciones de Aye Alfonso
Hoy Aye Alfonso es una y varias a la vez. Está la que es una joven compatriota concursando en el exterior, acaparando y desviando innecesariamente atención de los problemas importantes del país.
Es la Aye que sirve para seguir puteando en contra de la apatía del pueblo, la de los frustrados del cambio social.
La misma es también alguien a la que hay que condecorar y con ello buscar subirse a la tendencia para posicionarse a favor, ya que el pueblo está hablando sobre ella.
Es la Aye de los políticos y mediáticos que se acercan buscando limpiar un poco su imagen o sacar algo medianamente positivo de la situación, oportunismo y cierta envidia de fama de por medio.
Luego está la joven folclorista víctima del show business que le exige someterse a un formato de competencia capitalista con contenido estresante y melodramático que promete un salto sin igual en su carrera.
Es la Aye de los gestores culturales, académicos, intelectuales bien pensantes, los tíos y hermanos mayores del pueblo, los profes, los paternalistas, frustrados VIP.
No puede faltar la Aye que está donde está gracias al pensamiento mágico; por pura suerte, privilegio o quizá por algo más morboso. Ya que en verdad no canta tan bien y sólo es linda de cara. Es la Aye del aspecto ñañá, de la envidia y frustración popular.
Habrán otras interpretaciones, otras apropiaciones de Aye, pero de momento éstas son la más resaltantes, sobre todo para éstos grupos de gente que no conocen o no les interesa conocer la obra de un Jesús Martín Barbero y su trabajo sobre las mediaciones.
Por eso es importante mencionar a la Aye más relevante, la que hoy es apropiada por miles de jóvenes paraguayas para construir sentido de orgullo y esperanza, para construir (desde lo popular) relato de posibilidad de superación a pesar del contexto de extrema adversidad para las niñas y mujeres en un país como el nuestro.
Porque como decía Barbero, lo popular es «memoria de una experiencia sin discurso que se deja decir solo en el relato». Experiencia y relato más que razón, argumento y teoría.
Y como afirma Omar Rincón, esto no significa un popular despolitizado sino un politizar desde otra lógica como bien lo expresa Antonio Gramsci cuando afirma que las clases populares tienen su propia visión del mundo y de la vida.
Ayer le tocó el turno a Nadia Ferreira, hoy le toca a Aye Alfonso, ser referente para miles de sus congéneres que harán sus correspondientes resignificaciones, sus mediaciones y lo adaptarán a sus contextos y realidades para seguir resistiendo, para seguir peleando, para seguir creyendo que a pesar de todo se puede.
¡A esa Aye que hoy enciende sueños en millones de hogares paraguayos, gracias y aplausos de pie!
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