Elogio de «Laberinto» de Roberto Goiriz

Es la genial historieta presentada por Roberto Goiriz en la Feria del Libro. Siempre me gustaron las historias épicas (heroicas, de gente sencilla que lucha y enfrenta grandiosas adversidades), supongo que es mi forma de ver la vida. También en mi adolescencia fui una gran lectora de historias de terror, aunque dejé de leerlas cuando me dí cuenta que en la vida real había monstruos concretos, de carne y hueso, con nombre y apellido (que oprimen, matan, desalojan, discriminan, persiguen), a los cuales hay que hacerles frente. También me encantan las historias fantasticas, porque me permiten imaginar mundos diferentes.
Esta obra de Roberto tiene todas estas características y por eso me encantó leerla. Crecí con las historietas de Robin Wood, los cuentos terroríficos de H.P. Lovecraft y varios de los escritores a quienes Roberto incorpora en su comic. Además soy cerrista: en la historieta algunos de los protagonistas son de la barra brava de Cerro y obreros que van enfrentando al monstruo.
Me río de mi misma porque no soy prologuista ni crítica de arte, pero me atrevo a escribir estas líneas como público entusiasta. Y además tengo la suerte de contar con la amistad de Roberto, a quien le pedí permiso para escribir algunas palabras sobre él. Se rió y me dijo: -“Dale, pero por favor hablá bien de mi”.
Solo quiero agradecer a Goiriz (y a su familia) por haberme permitido formar parte de su mundo y aprender de él y todo el entorno que creó a su alrededor. Con el paso del tiempo una va mirando la vida desde otra perspectiva y hoy me veo como era años atrás: joven, emprendedora, incansable, impetuosa, curiosa y sin ninguna comprensión política de la realidad. Un día llegué a una reunión en la ofi de Goiriz (en medio de una campaña), y de alguna manera conecté felizmente con ese ambiente genial que había allí y me permitieron subalquilar una oficinita dentro del espacio de la agencia (que en ese entonces estaba en Mariscal López y Sacramento).
Era una agencia con todo lo que ello implica pero también era más que eso: un espacio progresista donde confluía gente genial, brillante, imaginativa, creativa e irreverente. Cuando me cansaba de hacer gacetillas cruzaba el pasillo e iba a mirar como dibujaba el gran y silencioso Juan Moreno, a hablar tonterías con Yuyo mientras diseñaba o a fisgonear alguna reunión de dibujeros, humoristas e historietistas, siempre con alguna nueva creación, una nueva loca e “imposible” idea, que al final, siempre y de alguna manera se concretaba (muchas veces con el impulso de esa simbiosis entre lo práctico y creativo que caracteriza a Goiriz).
Roberto era un protagonista principal de ese espacio que era como una luz de irreverencia y resistencia en medio de una sociedad profundamente conservadora. Se trabajaba duro pero siempre había tiempo para esforzarse en cambiar el mundo. De Goiriz puedo decir que fue (y sigue siendo) un irremediable comprometido con las causas justas, con su dibujo, su diseño, su pensamiento y su voz. Roberto tiene opinión, posición pública y eso no es fácil en un país como Paraguay donde todavía hay muchos monstruos (que asustarían al mismo Lovecraft) sueltos.
Hoy ya vive y trabaja desde Altos, viene de vez en cuando a Asunción pero el espíritu sigue intacto. Personalmente opino que lo más lindo de las personas autodidactas es que se abren camino por sí mismas y su dificultad a veces suele ser que se aíslan y no construyen comunidad (justamente porque se acostumbran a avanzar solos). Roberto Goiriz tiene esa dualidad en armonía: como autodidacta abrió camino y a la vez dejó una escuela, un sendero, hizo historia, construyó comunidad. Todo eso sin perder la humildad.
Ahh! Y quienes quieran “Laberinto” pueden hacer su pedido directamente a Roberto al (0981) 461 027.
¡Muchísimas gracias por tanto, Roberto Goiriz!
Felicidades!

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