El ejemplo del patrón

Por Paulo López

El diario ABC Color ha emprendido una cruzada interna “anticorrupción” con el despido de tres periodistas –al menos estos casos han trascendido– por supuestamente recibir dinero a cambio de publicaciones o usado su posición para obtener beneficios extras.

El primero fue Jorge Torres Romero a raíz de una supuesta grabación que llegó a manos de Natalia Zuccolillo, hija del propietario Aldo Zuccolillo, en que promete un material a página completa a cambio de una determinada suma de dinero. El segundo, Walberto Caballero, por haber solicitado un apoyo económico de 300.000 dólares a la Secretaría del Ambiente (Seam), su área de cobertura, para pagar, según decía en la nota, los costos de defensa de una tesis. La tercera fue Carolina Ruiz, por presuntamente recibir un salario a nombre de su esposo en la Municipalidad de Lambaré sin cumplir función alguna. De esta manera, el diario amarillo sumó otra gloriosa batalla en la guerra emblema de las corporaciones, los planilleros que desangran al erario.

En 2013 fui despedido de este diario a raíz de no cumplir con los famosos pedidos de “el dire”. Era un domingo de invierno. Llovía. Raúl Castro había dirigido un discurso ante el Congreso del Partido Comunista de Cuba en el que realizaba una autocrítica y reprochaba que las reformas económicas de la isla no estaban progresando con la celeridad necesaria.

La orden del secretario de redacción de guardia, Pedro Gómez Silgueira, fue inequívoca: “El director llamó y quiere que mañana como título principal de tapa se ponga que Castro reconoce el fracaso del comunismo”. A pesar de escarbar con ansiosa curiosidad entre la maraña de cables de agencias, pues tal declaración era un hecho noticioso de sumo interés, ningún reporte daba cuenta de ello. Al día siguiente me comunican el despido aunque el material publicado finalmente tampoco afirmaba lo que en principio quisieron obligarme a escribir.

Este fue apenas el punto final de un periodo de constante censura y hostigamiento principalmente de parte del jefe de redacción, Armando Rivarola, por no comulgar con la línea editorial del diario. Pero, a fin de cuentas, este no es el tema que motiva estas líneas.

El camaleón

¿Cuál es el problema de Zuccolillo con la extorsión? Crecido al amparo de la dictadura y escrito (o hecho escribir) loas y ditirambos al dictador Alfredo Stroessner en su “diario joven con fe en la patria”, desavenencias en materia de negocios, fundamentalmente en la construcción de Itaipú, habría sido la razón de fondo por la que se pasó al bando de la oposición cuando el régimen ya era un vetusto aparato que había que reemplazar.

Sus campañas periodísticas no son otra cosa que instrumentos de presión y chantaje para anteponer sus negocios incluso en perjuicio del resto de la ciudadanía. El ejemplo más claro es su furiosa oposición al metrobús de Eusebio Ayala, que mejoraría el pésimo servicio del transporte público, además de revalorizar y modernizar una zona que pasaría a competir directamente con sus centros comerciales de Villa Morra y el Acceso Norte. A esto se añade que su familia también tiene inversiones en el sector transporte –la nueva Línea 12– y son principalmente los empresarios del rubro, que han recibido millonarios subsidios estatales para la compra de unidades climatizadas, los que más se oponen al metrobús.

El inconcluso complejo habitacional de Mariano Roque Alonso también fue una de sus campañas estrella. Casi tan furiosa fue su tenaz oposición a que en el lugar se construyan viviendas económicas para las personas afectadas por las obras de la franja costera, pues la gente humilde no parece ser un mercado apetecible para su Shopping Mariano y el Abasto Norte. Los ánimos, en cambio, se calmaron luego de que la ministra de la Secretaría Nacional de la Vivienda y el Hábitat (Senavitat), Soledad Núñez, anunciara que en el complejo se construirían solo apartamentos para población de clase media con cuotas fijas de G. 1.300.000 y G. 1.500.000, algo imposible de pagar para la mayoría de los paraguayos.

Fuertemente ligado a los intereses del agronegocio, Zuccolillo es autor de verdaderas campañas de odio contra la población campesina que resiste contra el envenenamiento de los monocultivos transgénicos. Propietario del Banco Atlas, no se queda en zaga en el ataque del gobierno de Cartes –también ligado al ámbito financiero con el Banco Amambay– en su ofensiva contra el sector cooperativo con la aplicación del Impuesto al Valor Agregado (IVA).

Como dueño de la Inmobiliaria del Este, otro de los temas emblemáticos de sus editoriales es la presión para aumentar el impuesto inmobiliario urbano, cuyo resultado más inmediato sería el de forzar a las personas de menores recursos a vender sus propiedades, siendo los más beneficiados con operaciones especulativas las grandes firmas del sector como su propia inmobiliaria.

Combustibles y telecomunicaciones, con firmas como Personal, componen algunas otras de sus inversiones y motivo, evidentemente, de persistentes campañas contra regulaciones que protejan al consumidor de los abusos de las empresas. “Acero” utiliza las páginas de su diario hasta para cabildear a favor de sus hobbies como la cacería y ha realizado furibundas campañas contra las regulaciones ambientales que limitaban el periodo de caza de palomas.

Como uno de los representantes más conservadores de la oligarquía paraguaya, las páginas de ABC Color han sido la plataforma para atacar e infundir miedo y odio sobre cualquier tipo de propuesta política alternativa en la región. Ansioso hasta por el destino final que tuvieron los restos del fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, en sus editoriales ha creado un clima de guerra y de inminente invasión de parte de Bolivia, llamando a un rearme y reclutamiento a través del servicio militar obligatorio para enfrentar la “amenaza” que ante su fobia ideológica representa Evo Morales.

Su modus operandi no ha variado de manera significativa con el tiempo. Tras apoyar decididamente a determinados gobiernos, luego de un periodo empieza a pegarlos en reclamo de un mayor pedazo del botín. Así lo hizo con Stroessner y así lo está haciendo actualmente con el gobierno de Cartes. En suma, Zuccolillo es un extorsionador serial que no tolera que “sus chicos” emulen su ejemplo. O, al menos, que esos arreglos tomen estado público.

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