Ejedesencuadrá: testimonios para otra salud mental más allá de calle Última

Por Agustín Barúa Caffarena[1]

“Curiosidad… poesía… pensar con cabeza propia… rechazo al uso de pollera… rebeldía… hacer lo mío silenciosamente… pensar y  analizar todo lo que veo… tener un pensamiento crítico… defender lo indefendible… cuestionar todo… reírme sola… ser yo misma… ser curiosa… salir de las reglas… transformar esta sociedad… cuestionar”.

Respuestas a la ronda de presentación con la consigna “Mi nombre es… y una locura mía es…” – Taller “Ejedesencuadrá y salud mental comunitaria” (28.08.21 – Caaguazú).

Pareciera que en Paraguay cuando decimos “salud mental” estamos condenados a dos opciones: o el brutal “te hacés nomás” que descalifica toda fragilidad e impugna todo pedido de ayuda; o el monólogo profesional que reduce todo a sus respuestas técnicas silenciando todo lo otro.

Sin pretender agotar las opciones sino al contrario, la salud mental comunitaria plantea una tercera posibilidad caracterizada por:

. construir desde heterogéneas voces pues cada persona tenemos sabidurías sobre el cuidar.

. la libertad como prioridad ética y política central para construir lo terapéutico.

. lo comunitario – territorial – cotidiano en tanto lugar priorizado donde resolver los conflictos y producir la vida.

. la diversidad psíquica entiende a las particularidades de cada quien como complementarias entre si, enriquecedoras y merecedoras de un contexto donde sean validadas.

Ejedesencuadrá esa palabra inventada en Yaguakai

Buscando un nombre para llamar desde Paraguay a la salud mental comunitaria y desmanicomialización, por el 2015 en un taller sobre estos temas con educadores populares, Elías Martínez (Yaguakai, 1962) creó el concepto “Ejedesencuadrá”[2]. Cuenta cómo se le ocurrió:

Cuando recibí la invitación de la gente de la JOC [Juventud Obrera Cristiana], primero no quería ir… un sábado a la noche y domingo. En un momento decidí ir y me fui. Yo tengo un concepto de la palabra ‘salud mental’, un concepto de que lo que vas a hablar: a lo mejor vos vas a hablar de los borrachos, gente que tiene problemas de salud mental. Entonces al llegar ahí me encontré con una sorpresa, ni al lado de lo que yo imaginaba. El taller cambió totalmente: comienza con una pregunta que habla de la rareza, no sé cómo era, me olvidé ya, pero era de la rareza, aprendí cosas que eran muy valorables como la palabra ‘enjaular’ a una persona.

Yo también tenía ese concepto: “un tipo demasiado bueno, no reacciona nada: ese es un loco”, la gente etiqueta: “un loco”. Por eso yo uso esa palabra ‘desencuadrar’: descubrir una cosa que yo no imaginaba. Descubrí una cosa que yo tenía un concepto claro y no era así. Entonces me quedé desencuadrado. Yo usé esa palabra porque todo al contrario yo encontré en tu taller. Entonces me salí de mi cuadro y entré en el otro cuadro. Era como decía: no sabía la función de un psiquiatra. Era ‘persona preparada para tratar a los locos’. No es de Yaguakai, es de todo el país. Hay un hospital que aglomera a gente que tiene problema de mente y lleva ese nombre ‘Neuropsiquiátrico’.

Yo descubrí todo al contrario. Expresé esa palabra. Me saqué de mi cuadro y quedé desencuadrado. Y eso es.

Agustín Barúa Caffarena

 

Pistas para comprender como nutre a la salud mental lo comunitario: la experiencia de Caaguazú

¿Por qué surge esta palabra en Caaguazú? ¿Qué historias comunitarias y colectivas, personales y particulares, lo explican? ¿? Nos ayudaron a entender esto en una entrevista grupal allí este fin de semana.

  • “Su forma de vivir su cristianismo”

Teu Zaracho, que la definen como “partera de libros”, cuenta que los maestros de sus padres fueron de las Ligas Agrarias Cristianas, quizás la principal experiencia comunitaria de resistencia a la dictadura stronista y de propuesta de otra sociedad, jesuitas como Caravias, Oliva y otros. “Esa iglesia que fue transgresora durante la dictadura se relaciona con ese Caaguazú desencuadrante”, afirma.

Por otro lado, cuenta que ella estudió en un colegio marista: “son bastante orientados a la educación y al trabajo comunitario”.

  • “El guaraní”

Ana Sofía Maidana, caazapeña de origen pero residente en Caaguazú hace 14 años, asevera que lo desencuadrante, lo que la asombra desde que llegó a Caaguazú, es el lugar que la gente le da al guaraní: “por ejemplo, al irte en una tienda, una ichuchi, iporã’i, una que trabaja ahí se expresa en guaraní “ape oi”. El trato que te da la gente, como te recibe, la sencillez. En otras partes, mismo en San Juan Nepomuceno, la gente procura hablar en castellano porque ‘te alza, guau‘, y más en la capital. Recibirte en tu idioma al instante ya te da confianza”.

  • “La exclusión”

Juan Ríos Ortiz, psicólogo comunitario caaguaceño, relata: “nuestra educación primaria hicimos en una escuela súper excluida. Estaban 3 escuelas juntas acá en Caaguazú: la clase media alta en la ‘Lucía Tavarozzi’, media la ‘Delfín Chamorro’ y en el medio estaba la escuela clase baja baja luego (Mauricio José Troche), se le llamaba ‘escuelita mandio‘, una cuestión de discriminación. Crecimos así con muchos sentimientos de exclusión que personalmente traigo mucho en mi vida, yo trato de ubicarme siempre buscando esa mi clase. En la juventud pude profundizar más también a través de la JOC [Juventud Obrera Cristiana], donde estudiábamos mucho de las clases sociales, de la conciencia.

En mi barrio yo sentía, toda la vida luego, estaba muy instalado lo de la división: la gente de cerca de la ruta le veía discriminando a la gente que vivía un poco más alejado, y nosotros que vivíamos más alejado les veíamos así también a quienes vivían maaaaas lejos. Le decían jugua ñaro‘ (gente agresiva, que ‘te pueden clavar’) y también Villa Cariño (la gente del centro utilizaba como reservado). Nosotros le vemos diferente a quienes están en el centro y ellos a nosotros”.

  • “La resiliencia”

Richard Bogado, psicólogo educacional local, resalta que “los funcionarios del Estado están preparados para dar pelea. La vez pasada en mi comunidad tuvimos un problema y vino la policía ¡la policía lo que incitaba a la violencia, increíble era!”. Ante esto valora que “haciendo campaña [es candidato a concejal por el Frente Guazú] me sorprende la calidez y la alegría. Me da esperanza, te alienta a trabajar. Hoy en día la capacidad de resiliencia que tiene la gente del campo, la fortaleza, tienen un don especial. Mi tema de tesis es resiliencia: por ejemplo algunos de sus parientes murieron pero ellos no demuestran decaimiento. Admirable la gente de Caaguazú, de Paraguay luego”.

  • “Como mujer: hacer lo que te haga sentir bien y no lo que está escrito”

Nidia Ríos, trabajadora social, cuenta que salió de Caaguazú hace 21 años. Dice “la base de todo que se fue dando en Caaguazú es la organización. A los 16 años yo empecé a formar el grupo de la JOC. Ahí empecé a descubrir el papel de la mujer porque mi hermana un poco antes quedó embarazada y pasó muy mal pero mal dentro de mi familia. Yo escuché todo eso cuando tenía 14 años y quería ser una hija ejemplar y por sobretodo cumplir ese rol que, supuestamente se me estaba encargado: casarme, cuidar a mi marido. Traté de cumplir con eso pero cuando conocí a la gente descubrí otra forma de pensar. Me cambió ese lugar como mujer: hacer lo que te haga sentir bien y no lo que está escrito. Nosotras las mujeres pensantes somos las que siempre nos metemos en problemas, somos ‘revolucionarias… rebeldes… feministas…’, todas las etiquetas habidas y por haber”.

  • “Valorar la amistad más allá de la ideología”

Teu abre otro punto “Yo también hace 20 años que vengo y voy. Conozco esta ruta bastante bien y mi sensación siempre es de amor odio con Caaguazú: esas cosas desencuadrantes, y por otra parte los choques cuando querés mirar la ciudad desde la cultura y la fiesta, y la prioridad es el empedrado. Me pasa con amigos de la infancia y de la adolescencia, por lo general tiendo a etiquetar bastante, viendo sus elecciones, sus prácticas: ‘colorado… stronista… homofóbico…’ hacen que me distancie pero me reencuentro en momentos difíciles y valoro la amistad, la calidez, los afectos, más allá de cual sea su opción política ideológica”.

Quizás nos toque girar más la mirada a lo que se produce como transformador, como liberador en las compañías de Paraguay.

Menos prejuicios, más encuentros. O sea, más salud mental.

[1] Médico psiquiatra. Antropólogo social. Psicoterapeuta.

[2] Que da título al  texto “Ejedesencuadrá: Del encierro hacia el vy’a. Transgresiones para una salud mental sin manicomios” (Arandurá, 2020) parte de la Colección Psi crítica.

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