
22 Ene Desprecio, odio, miedo y culpa: Lo bañadense invisibilizado
La mejor manera de reducir los perjuicios causados por los altos niveles de desigualdad es, precisamente, reducir la desigualdad. Ya no puede seguir desviándose la mirada en tanto que está en juego la convivencia social misma. Sólo a través de la redistribución de la insultante concentración de la riqueza y la opulencia, del achicamiento de las brechas generadoras de mundos aislados, podrá «combatirse» de manera efectiva la pobreza. Es preciso evidenciar y desenmascarar el cinismo de un discurso dominante que responsabiliza a los propios pobres de sus carencias y reemplazarlo por un discurso (y una realidad) de derechos; sobre todo, el derecho a una vida digna y a ser tratados como semejantes.
Wilkinson, R.,Pickett, K. (2009) Desigualdad. Un análisis de la (in)felicidad colectiva. Madrid, Turner Publicaciones
Manifestación contra los cuidacoches en Asunción.
Oyendo los ataques a la población bañadense: desde los abiertos y frontales hasta los más sutiles[1] me preguntaba si que emociones intuía dentro de esas voces críticas. “Miedo, odio, desprecio, culpa”, me respondí. Mi impresión fue que allí habían posiciones muy cerradas.
Luego, le pregunto si que le parece esta impresión a un querido y muy representativo activista de uno de los bañados, y responde “Con los tres primeros: Ira”[2]. De nuevo, esta vez desde una voz del activismo comprometido con los derechos de la población bañadense, sentía eso: cierre, clausura.
Quizás la salud mental comunitaria pudiera aportar algo a un debate que enfrenta a un sector de los asuncenos[3] con unas 120.000 personas que residen en los bañados norte, centro y sur, frecuentemente aunque vivan en asunción no son nombrados (ni suelen nombrarse) así: ”asuncenos”, sino son bañadenses.
La salud mental comunitaria tiene que ver con lo común, con cómo vivimos sentimos y pensamos lo común, cotidianamente. Dice Bang (2012) que ella está compuesta por la participación activa de la comunidad; la transformación de los lazos comunitarios hacia vínculos solidarios, y la constitución de la propia comunidad como sujeto activo de transformación de sus realidades.
Un problema poco trabajado: La moralización de la pobreza
“Haragán… sucio… ladrón… borracho… tienen hijo todo de balde… drogadicto…” son expresiones adjudicadas frecuentemente. Pero son sobretodo juicios de valor: discursos que se sitúan y se autoadjudican el lugar de jueces: califican, dictaminan y castigan, definiendo lo “bueno” y lo “malo” sobre vidas que dicen conocer desde arriba y desde afuera.
Esta práctica extendida, masiva, construye la idea de la superioridad moral de un sector sobre otro. Tres cuestiones que podrían sostener esta supuesta supremacía, produciendo una invisibilización de la complejidad bañadense son:
- Etnocentrimo
- Aporofobia
- Efecto Dunning – Kruger.
“Mi grupo como centro del todo”. Etnocentrismo
La primera definición de etnocentrismofue la de William Summer[4] en 1906, como
Una visión de las cosas según la cual el propio grupo es el centro de todo, y todos los otros se miden por referencia a él… Cada grupo alimenta su propio orgullo y su vanidad, proclama su superioridad, exalta a sus propias divinidades y mira con desprecio a los profanos.
El efecto de no poder reconocer que hablamos desde un lugar que no es el único ni el “mejor”, en el caso bañadense y siguiendo a Bayon (2015),podría ser que
Sean como víctimas o villanos, los pobres tienden a ser construidos como el otro, responsables de su situación u objetos pasivos generadores de «preocupación» y carentes de agencia; son quienes deben ser ayudados o castigados, ignorados o estudiados, pero raramente tratados como ciudadanos iguales y con derechos.
Además pensando la relación entre estigmatización de la población humilde como del territorio en que residen podrían potenciarse uno a otro, afectando las relaciones sociales de una ciudad
La internalización de actitudes y creencias negativas sobre uno mismo, contribuyen a erosionar la autoestima y a debilitar las aspiraciones, operando como una barrera para desarrollar y mantener diversas conexiones sociales fuera del barrio y en una variedad de circunstancias. Paralelamente, los estereotipos negativos acerca del lugar desalientan a quienes no residen allí a visitarlo, o a relacionarse con sus residentes, profundizando la homogeneidad de las redes sociales y el aislamiento de quienes residen en el lugar.
Dice Miguel Peyró que el etnocentrismo parte de una dualidad sospechosa: “nosotros y ellos”, este “ellos” en tanto “bárbaros”, “salvajes”… ¿bañadenses?”, recordando la interpelación que formulaba Lévi-Strauss (2015) «El bárbaro es sobre todo el hombre que cree en la barbarie (…) y cree poder hacer legítimamente violencia al prójimo basándose en sus propias justas creencias».
Posteo en facebook.
El asco a los pobres: la Aporofobia
Alguna vez José Carlos Rodríguez, en una actividad de resistencia antigolpista en el 2012, decía que lo que las élites asuncenas en realidad no perdonaban a Lugo era que use sandalias, lo que les era intolerable no era su “chavismo” sino que no cumpla sus normas, sus protocolos, sus etiquetas, en fin: que no sea “uno de ellos”.
Una palabra que pudiera dar cuenta de esto es Aporofobia, un neologismo que intenta nombrar de una nueva forma algo conocido. La creadora del término Adela Cortina (2000) lo define como el odio, repugnancia u hostilidad ante el pobre, el sin recursos, el desamparado. Y lo explica basado en que sociedades como las nuestras, que están organizadas en torno a la idea de contrato, el pobre, el verdaderamente diferente en cada una de ellas, es el que no tiene nada interesante que ofrecer a cambio y, por lo tanto, no tiene capacidad real de contratar.
María Virginia Mata, historiadora uruguaya, dice (Barúa, 2013) que lo nuevo que justifica la creación del término es que ya no existe prácticamente en los imaginarios sociales la idea de “el pobre bueno” (sumiso, amable, tranquilo, honesto, trabajador). Y remarca para darle gravedad “(…) mal que nos pese, todos padecemos en menor o mayor medida”.
Otro filósofo español, Emilio Martínez Navarro (2002) habla del “círculo vicioso de la aporofobia”, lo cito pues pareciera ser muy similar a lo que sucede en Paraguay
Los colectivos desfavorecidos son acusados a menudo de conductas delictivas (robo, prostitución, tráfico dedrogas, actos violentos, trabajo ilegal, etc.) y esta mala imagen dificulta suposible integración en la sociedad, con lo cual se prolongan sus dificultades yen algunos casos la desesperación les lleva a cometer algún acto ilegal, demanera que se termina por reforzar la mala imagen y así sucesivamente.
Martínez (Aviñoa, 2015) recalca que frecuentemente tenemos un regodeo al observar gente que ha ‘fracasado’ en la vida, sólo para reforzar nuestro propio ‘éxito’, lo que activa un mecanismo de desprecio. La crisis puede agudizar esta situación, o bien todo lo contrario, despertar la solidaridad.
Publicado en www.hoy.com.
La relación entre estupidez y vanidad: El efecto Dunning-Kruger
Discutiendo acerca de los repetidos posteos acerca de las inundaciones y la gente bañadense tanto en las redes sociales como en las noticias de la prensaon line, asocio este efecto, el que sería una distorsión del pensamiento por la cual la forma de analizar los fenómenos son a partir de un sentimiento de superioridad ilusorio, considerándose más inteligentes que otras personas más competentes, donde el sujeto no puede reconocer su propia ineptitud.
David Dunning y Justin Kruger(1999) en su trabajo de investigación plantean que en ciertas actividades “la ignorancia frecuentemente proporciona más confianza que el conocimiento” (Charles Darwin). Las tendencias sería que
- tienden a sobrestimar su propia habilidad.
- son incapaces de reconocer la habilidad de otros.
- son incapaces de reconocer su extrema insuficiencia.
Lo llamativo es que este efecto puede verse también en personas con alto nivel de inteligencia y de preparación académica.
Acerca de que “los bañadenses también discriminan”
Si. Sin duda. Y en este sentido resulta importante tomar lo que Mario Margulis señala: es difícil aceptar que se ocupa un lugar desvalorizado en las clasificaciones sociales, ya “pobre, morocho, bañadense”[5]
Es muy difícil desarmar esto; como dice Claire (2008) “la forma más evidente de la discriminación inconsciente es la autodiscriminación”.
Título del artículos escrito por Adrián Cativelli, publicado en el diario Ultima Hora el 27 de diciembre de 2015
Por una ética entre semejantes
Leticia Folgar, una antropóloga uruguaya amiga, me recalcaba la importancia de la palabra semejante. Quizás si intentamos retomar esta noción para pensar a lxs bañadenses, finalmente como decía una compañera ayer “son nuestros vecinos”, podríamos desplazar a las lógicas individualistas, mercantiles, elitistas.
Algunos planteos para aportar a la salida de esta conflictiva, que necesariamente tendrá que ser colectiva e incluir ineludiblemente a la población bañadense, son:
- identificar nuestras propias prácticas aporofóbicas: los chistes acerca del llamadoñe’etavyson tanestigmatizantes como las crónicas rojas de los noticieros.
- Trabajar en cada quien de nosotrxs, estas preguntas para intentar detectar en nos el efectoDunning-Kruger:
. ¿Me considero invariablemente en lo cierto?
. ¿Los otros me resultan frecuentemente muy estúpidos?
. ¿Hay algún modo en el que mi forma de pensar pueda estar errada?
. ¿Estoy tratando de vencer al otro más que pensando con el otro (ej. luchadores anti chetos vs. voluntarios anti zurdos)?
- Algunas posibles cuestiones a trabajar para potenciar el reconocimiento entre bañadenses como semejantes (pues sin duda, potenciar el sujeto colectivo bañadense es estratégico pues seguramente el paso decisivo vendrá de abajo hacia arriba): favorecer las identidades vecinales a través de historias de luchas, de producciones de resistencia y de belleza locales; revitalizar la estrategia de Atención Primaria de Salud (APS) para trabajar la discriminación desde la salud mental y la desmanicomialización; estimular la construcción colectiva que ponga en crisis la fragmentación y el individualismo a través de los juegos callejeros tradicionales (Erbetta, 2012; Bang, 2012).
Ojalá que no sólo Cecilia Cubas viva en nuestros corazones, que también esté Luján Peña Agüero… ¿Quién? una de las 7 bañadenses fallecidas por electrocución e indiferencia social en esta inundación.
[1]Como estas entrevistas en prensa que construyen “el buen bañadense” tomando tstimonios y experiencias puntuales como “el que estudia y se esfuerza” (Lujan Román. Sobresaliente postulante de Itaipú es un orgullo para los damnificados. Ultima hora. 22 de enero de 2016, 01:00. Extraído de http://www.ultimahora.com/sobresaliente-postulante-itaipu-es-un-orgullo-los-damnificados-n961059.html) o la que “no es delicada” (Ultima hora. «Si uno quiere, puede»: Bañadense cuenta su experiencia en vivienda del Estado. 13 de enero de 2016, 21:39. Extraído de http://www.ultimahora.com/si-uno-quiere-puede-banadense-cuenta-su-experiencia-vivienda-del-estado-n959070.html) usando sus experiencias como reproche y descalificación de los otros, de “los malos bañadenses”.
[2] Recordé un pensamiento que tuve tras recorrer con una amiga religioso el bañado sur a fines de diciembre pasado, y luego subir a las plaza Japón y EXPOPAR donde hay campamentos: “No puede ser: 5 casas armadas y desarmadas en un año y medio… no puede ser que no esté rabioso, me tengo que enojar más…”.
[3] El censo del 2002 habló de 512.000 habitantes aunque Asunción metropolitana tendría 2.200.000 (estimado del 2012).
[4] Citado en: Gómez, P. (1984). Para criticar la antropología occidental. 1. Etnocentrismo y nueva crítica de la razón.
[5] Y vayamos agregando otras identidades subalternizadas: mujer, indígena, niña, chespirito…
Bibliografía
. Aviñoa, I. Aporofobia o el odio a ‘los nadies’. 18 Mayo 2015. Extraído de
http://www.observatorioproxi.org/index.php/informate/articulos-semanales/item/202-aporofobia-o-el-odio-a-los-nadies
. Bang, C. L. (2012). El juego en el espacio público y la participación comunitaria: una experiencia de promoción de salud mental en la comunidad. Revista Ludicamente, 1(2), 4.
. Bang, C. (2014). Estrategias comunitarias en promoción de salud mental: Construyendo una trama conceptual para el abordaje de problemáticas psicosociales complejas. Psicoperspectivas, 13(2), 109-120.
. Barúa, A. aporofobia: la repugnancia contra los pobres. E’a. 20 de mayo de 2013
15:05. Extraído de http://ea.net.py/aporofobia-la-repugnancia-contra-los-pobres1/
. Bayón, M. C. (2015). La construcción del otro y el discurso de la pobreza: Narrativas y experiencias desde la periferia de la ciudad de México. Revista mexicana de ciencias políticas y sociales, 60(223), 357-376.
. Cortina, A. Aporofobia. El País. 7 de marzo del 2000. Extraído de http://elpais.com/diario/2000/03/07/opinion/952383603_850215.html
. Erbetta, E. Juegos callejeros como expresión cultural. Lunes, 20 de febrero de 2012. Extraído de http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/2-24404-2012-02-20.html
. Kruger, J; Dunning, D. (1999). «Unskilled and Unaware of It: How Difficulties in Recognizing One’s Own Incompetence Lead to Inflated Self-Assessments». Journal of Personality and Social Psychology 77 (6): 1121–34.
. Lévi-Strauss, C. (2015). Todos somos caníbales. Fondo de Cultura Económica.
. Martínez, E. “Aporofobia”, en: Jesús Conill (coord.): Glosario para unasociedad intercultural, Valencia, Bancaja, 2002, pp. 17-23.
. Reid, C. (2008). Las Jerarquías invisibles de la discriminación en la ciudad de Abancay / Claire Reid. Lima: APRODEH, CUSO, CNDDHH. 128 p.
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